Trabajo y desocupación

Este 1 de Mayo, Día Internacional del Trabajo, será, acaso, uno más de los treinta de cada mes o de los 365 de cada año, para los cientos de miles de desocupados, no solo en el Ecuador sino en todo el mundo.

Los avances tecnológicos, en especial la Inteligencia Artificial, van cambiando las dinámicas laborales a una velocidad de vértigo; y, muy pronto, el hombre pasará a ser un auxiliar de máquinas sofisticadas sea en los países capitalistas o en los socialistas, aunque socialistas no en lo productivo porque tienen los mismos parámetros y los mueve el lucro, sino en el control de sus ciudadanos.

No avizorar esa realidad, ya a la vuelta de la esquina, es como negar la luz del sol, como también lo es negar, en el caso ecuatoriano, el estancamiento del mercado laboral, causante de la desocupación, medida ahora por rangos, si bien en nada cambian la situación.

Tampoco hay visos de solución a corto y mediano plazo, y las principales ofertas de campaña de cada gobernante, como el actual, de crear plazas de trabajo, se caen por sí solas, cuando el país no crece económicamente, no vienen grandes inversiones extranjeras, hay sobrecarga de impuestos para el empresariado local, y persisten los brotes de inseguridad pese a la labor desplegada por la Policía y el Ejército.

Y, contrariamente, crece la economía informal, hay campo fértil para el lavado de dinero con todas sus secuelas a cuestas, miles prefieren migrar, y otros miles, entre ellos los jóvenes, amontonan sus carpetas por doquier, pero sin mucha esperanza.

Los 1 de Mayo suelen ser de reclamos y celebraciones. Por los desocupados, seguramente nadie lo haga, pese a ser la gran mayoría, y en este mismo día estarán golpeando las puertas en busca de trabajo.

Quienes lo celebren tendrán sus razones, comenzado por las de tener trabajo. Ahora, festejando el triunfo del No en la pregunta relacionada al trabajo por horas, una opción no bien sopesada, proclive al abuso, pero tampoco bien entendida.