Hay muchas formas de ser y de estar en el mundo. Las dos están inextricablemente unidas, al punto de que, en idiomas como el inglés, la misma palabra designa ambos estados. En sociedades erigidas sobre contradicciones irresueltas, el estar se afectado a menudo negativamente. La recurrencia produce una situación estructural de mal-estar, o lo que es lo mismo, de mal-ser. El malestar repercute en los fundamentos ontológicos de las personas, transformándonos en zombies, ogros, aliens y toda una nutrida variedad de seres atrapados en una realidad producida por nosotros mismos, pero que en realidad no controlamos. Esta situación tragicómica devela no solo nuestras serias limitaciones racionales, sino quizá, otro rasgo de nuestra naturaleza, a saber: nuestra predisposición a la oscuridad de la masa, al mimetismo igualitario, a la costumbre y al conformismo, todos estos aspectos explotados por el neoliberalismo financiero y simbólico que usa el individualismo figurativo, es decir, la imagen como proyecto de vida, mientras se oculta la realidad adversa, como móviles de la normalidad y de la sumisión. (O)
DZM
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.
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