A propósito de la realización del “Cómic-Con Costa Rica” del pasado fin de semana, los dibujantes de cómics tuvieron su espacio y los admiradores pudieron vivir una experiencia relacionada al mundo de los cómics. Con el paso del tiempo, es innegable el impacto que ha tenido el cómic en el público, así como el interés por estudiarlo y analizarlo desde diferentes perspectivas.
El cómic está en el camino medio entre la narración escrita y la audiovisual. Sus historias tienen un lenguaje y códigos específicos, con un carácter verboicónico. Cortázar (1985) lo llamaba el “cine inmóvil”, por su relato, imagen, guion y personajes que están presentes para captar la sensibilidad de los espectadores.
El cómic está consolidado, a pesar de los prejuicios que lo consideran como un subproducto de la cultura de masas; además, su público le sigue siendo fiel, incluso ante el apogeo de la televisión o de otras alternativas visuales que presentan las redes sociales.
Sin embargo, es tiempo que al cómic se le reconozca su aporte educativo en el rol sociocultural; empecemos por el análisis de las inmensas posibilidades de expresión que tiene su lenguaje, el potencial de sus contenidos ideológicos, el identificar su discurso y las teorías argumentativas que hay detrás del cómic como ciencia. Como herramienta didáctica es posible leer cómics y hacer cómics, con el fin de utilizar los códigos formales y narrativos, asumiendo actitudes críticas y creativas ante la diversidad de mensajes.
Empecemos por crear una comicteca; luego, generar espacios para la expresión artística-creativa de los cómics, explorando nuevas construcciones de lenguaje que comprendan imagen y palabra y que, a su vez, reflejan la estética, el discurso y la sensibilidad humana; por último, no debe faltar la promoción, difusión y reflexión de estos resultados. (O)