¿Cuándo aterrizó el primer avión en el aeropuerto Mariscal Lamar? Conoce la historia

A las 09:45 de la mañana del 26 de abril de 1941 arribó un avión de la aerolínea Panagra en Cuenca. Con el aterrizaje de la aeronave, oficialmente se inauguró el aeropuerto Mariscal Lamar. El hecho quedó registrado en El Mercurio, medio que en octubre cumplirá cien años de informar a los cuencanos.

Que Cuenca tenga una nueva pista para recibir y despedir a los pasajeros fue todo un hito. Para los trabajos de construcción del espacio que soportaría el peso de los aviones se encargó a la compañía estadounidense Panagra.

El contrato de la obra se formalizó con un decreto ejecutivo emitido el 24 de diciembre de 1939. Y tras casi un año y medio después de intervención, el Mariscal Lamar tomó forma para empezar a ofrecer viajes a través de las aerolíneas.

Para la inauguración, que se dio el 26 de abril de 1941, aterrizó un avión Douglas, en cuyo interior estaban Carlos Arroyo del Río, presidente de Ecuador; el vicepresidente de la Panagra en Sudamérica, Douglas Campwell; Gloria Eastman Lasso, señorita aviación por Pichincha, entre otros pasajeros.

Carlos Arroyo del Río, presidente de Ecuador. Archivo de El Mercurio

Una vez que aterrizó el avión, las autoridades públicas y privadas descendieron del avión para ser recibidas por distintos personajes de la ciudad. Además, para saludar y recibir a los visitantes, se contó con la presencia de la banda del Grupo de Caballería Febres Cordero.

Dicha banda tocó diversas piezas musicales para “amenizar” el acto que se estaba cumpliendo en la ciudad de Cuenca.

Desfiles

Una vez que se cumplió con la entrega de la nueva pista de aterrizaje inició un desfile desde el aeropuerto hasta la ciudad.

“Durante el trayecto y de acuerdo con las prácticas militares, un pelotón del Febres Cordero hizo guardia de honor tras el carro presidencial. En la ciudad hicieron los honores de estilo los batallones Tarqui, Jaramijó y Montufar, habiendo el Dr. Arrollo del Río presenciado el desfile militar desde el palacio de la Gobernación”, se escribió en El Mercurio.

Luego de las presentaciones hubo un acto formal en los salones del Club Azuay, en donde fueron agasajados los dirigentes de Panagra. Mientras que, al atardecer, el presidente Carlos Arroyo del Río participó en un té bailable.

Con todas esas actividades se dio por inaugurado el aeropuerto Mariscal Lamar de Cuenca.

Servicio de viajes

Dos días después, el domingo 28 de abril, se inauguró el servicio aéreo desde Cuenca hacia Quito y Guayaquil por parte de la misma Panagra. De acuerdo a las publicidades que hacía la aerolínea en El Mercurio, un vuelo a Guayaquil tomaba 45 minutos y a Quito tomaba dos horas.

Para ofrecer el servicio se armó una agenda de vuelos. Los vuelos a Guayaquil empezaron a salir los jueves, a las 11:30, y los domingos a las 10:00. Mientras que a Quito solo había un vuelo que partía a las 10:00 de los domingos.

Los costos de los pasajes eran de 160 sucres a Guayaquil y 300 a Quito. Además del transporte de pasajeros, los vuelos ofrecían el transporte de objetos o cartas.

Si se quería enviar un correo, los cuencanos, en la víspera del viaje, tenían que acercarse hasta la Administración de Correos. Mientras que, si se quería enviar una encomienda, había que acercarse hasta la oficina de Panagra, hasta las 17:00, del día anterior al vuelo.

Publicidad

Los anuncios de los servicios de vuelo hacia Quito y Guayaquil no se hicieron esperar en El Mercurio. Panagra no dudó en publicitar su servicio a través de distintas publicaciones. Entre estas se decía:

“Veloces y comodísimos aviones Douglas equipados con todos los últimos adelantos de la aeronáutica. Tripulación integrada por un experto piloto, co-piloto, radiotelegrafista y un culto contador para atender a los pasajeros”, se escribía para publicitar a los vuelos de Panagra.

: Anuncio del costo de los vuelos hacia las distintas partes del país desde la ciudad de Cuenca. Archivo de El Mercurio

Mientras la aerolínea trataba de convencer a los cuencanos para que usen el avión, el comandante de la III Zona Militar amenazaba con sancionar a todo aquel que dañe el campo de aviación.

“Se avisa al público que quien fuere sorprendido causando daños en el Aeropuerto del Estado Mariscal Lamar será severamente sancionado”, se escribió en El Mercurio tras la inauguración de un espacio que poco ha cambiado.

La Cuenca de hoy dista con la de antaño. Y, sin embargo, la ciudad continúa con un aeropuerto pequeñito, que dista de las verdaderas necesidades que se tienen. Hasta cuándo, pues los cuencanos deberán esperar. (I)  

Andrés Mazza

Periodista y fotógrafo. Escribe sobre cultura, educación, migración y astronomía.

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