En un mundo donde las madres desempeñan roles variados y desafiantes, el poder y la resiliencia femenina se manifiestan en múltiples facetas. En el Día de la Madre, se rinde homenaje a todas esas mujeres que enfrentan desafíos, prejuicios y superan las adversidades
Desde luchar por los derechos de los discapacitados, pasando por mantener vivas las tradiciones, hasta liderar los cambios que se han dado con el paso de los años en la crianza de los hijos, las madres no se rinden.
Batalla por los derechos
Edith Patiño es una de las madres que ha dedicado su vida a una causa que va más allá de las palabras. Es una maestra jubilada con más de cuatro décadas de experiencia en esta rama, no solo crió a sus hijos, sino que se convirtió en la voz de aquellos cuyas palabras son a menudo olvidadas en la sociedad: los discapacitados.
Desde hace 38 años, Edith ha estado en un viaje lleno de desafíos y triunfos junto a su hijo Sebastián, quien nació con discapacidad intelectual, en una época en la que esto aún era un tabú y no había mucha información.
«Cuando Sebastián tenía siete meses, notamos que no sostenía su cabecita. Le hicimos electroencefalogramas, encefalografías, exámenes genéticos y el resultado fue que tiene el síndrome de Saethre Chotzen”, recuerda Edith.
Viajó a Estados Unidos en busca de otra evaluación o «solución». Los primeros momentos fueron de incertidumbre y preocupación, pero tener un diagnóstico marcó el inicio de su lucha.
A su regreso de Estados Unidos se sumergió en la escasa red de instituciones y profesionales de educación especial disponibles en aquel entonces. Esta experiencia moldeó su perspectiva y determinación para buscar un cambio. Así lo cuenta, con una fortaleza que solo se encuentra en aquellos que han desafiado a un sistema por reivindicar los derechos de los demás.
Con Sebastián como “su motor”, hoy Edith es parte de la Federación Ecuatoriana de Proatención a Personas con Discapacidad Intelectual, Síndrome de Down, Autismo y Parálisis Cerebral y de la Fundación de Reumatología y Clínica de Autoinmunes y enfermedades afines.
Su trabajo se ha traducido en iniciativas como la Colonia Vacacional Inclusiva ‘Burbujas de Amistad y Alegría’, que brinda a personas con discapacidad la oportunidad de disfrutar de la recreación y la convivencia social.
Pero su lucha va más allá de su familia. Está comprometida con una ordenanza municipal para garantizar un acceso integral a la salud, educación, cultura, trabajo, seguridad y recreación para las personas con discapacidad.
Su mensaje es claro: Ahora se debe hablar de convivencia, es decir, una vivencia en igualdad de condiciones y de oportunidades, ejerciendo los derechos, porque no son dádivas o beneficios. Su llamado a la acción es evidente en cada palabra y acción que emprende.
A las madres jóvenes que están ante el desafío de criar a hijos con discapacidad, Edith les ofrece palabras de aliento y sabiduría: «Dejen que sus hijos crezcan, permítanles desarrollarse y luchen por sus derechos».
Tradiciones que se transmiten de generación en generación
La historia de Eulalia Cárdenas y sus hijas Valeria y Cristina Farfán se teje entre la dedicación y el amor por el bordado a mano, un oficio que Eulalia desempeña desde 1976.
Comenzó con pequeñas creaciones para el hogar y fue escalando hasta convertirse en una referencia en el bordado. «Nadie me enseñó, aprendí a bordar en la escuela y con el tiempo fui ganando experiencia”, recuerda.
Su historia se entrelaza con la de su hija Valeria, quien desde temprana edad demostró interés por el trabajo de su madre. «Crecí viendo bordar a mamá. Ella era como una máquina. Siempre supe que quería seguir sus pasos, ahora soy diseñadora y continuamos este legado juntas», asegura.
Inspirada en su madre, Valeria estudió Diseño Textil y de Modas en la Universidad del Azuay y ha tomado el relevo generacional con orgullo y creatividad.
La colaboración entre madre e hijas es evidente en cada prenda que crean bajo la marca ‘Maku Artesanías’. Aunque Cristina tiene su profesión, también colabora en el taller con su madre y con su hermana.
“Es un complemento los años de experiencia que tiene ella y lo que yo tengo de aprendizaje, ahora que soy diseñadora”, explica Valeria.
Pero más allá del taller y las creaciones, hay un vínculo familiar de madre e hijas que es sólido y que impulsa este negocio. «Trabajar en familia tiene sus desafíos, pero también es una experiencia enriquecedora. Hemos reído, llorado y aprendido juntas y eso es lo que hace que nuestro trabajo sea especial», dice Eulalia.
Cambios y aprendizaje en tres generaciones de madres
Con el paso de los años, el rol de la madre ha sufrido modificaciones. Ser madre hoy, es distinto a lo que vivieron las mujeres hace unas décadas. El núcleo familiar ha cambiado, ya no se tienen muchos hijos, la mujer está más integrada al mundo laboral y la forma de criar ya no es la misma.
Hoy que se conmemora el Día de la Madre, tres generaciones de mujeres: Ryna Lituma de 84 años; Karina Zavala, de 49; y Emilia Heredia de 28, comparten los cambios que han experimentado en el rol de la maternidad.
Ryna es la bisabuela de la familia. Ella se dedicó a la formación de sus tres hijas, junto con su esposo. “Ahora todo es distinto, las madres apoyan a los hijos. Antes era muy estricto, los hijos obedecían todo sin replicar, ahora es diferente”, señala.
Karina, tercera hija de Ryna, fue madre a los 19 años. Se casó y con su esposo se encargaron de la crianza de sus tres hijos. Al principio se dedicó únicamente a la maternidad y luego se convirtió en Corredora de Bienes Raíces.
Ella asegura que pueden haber cambiado muchas cosas con el paso del tiempo, sin embargo, se mantienen intactos los principios, los valores, la honestidad, la responsabilidad con los que han sido criados y han criado a sus hijos.
“He tratado de no repetir patrones, de no caer en los -no digo errores de mi madre porque ella fue criada así- pero sí cambiar la forma de pensar con las personas de antes. He tratado de ser un poco más abierta con mis hijos no muy estricta, ni muy dura, pero con límites y reglas”, asegura.
Karina fue madre en una etapa en la que empezaba a surgir el uso de las tecnologías y el Internet, que hoy dominan los más pequeños, como su nieta Luciana, de un año y cuatro meses.
“El rol de la mujer ha cambiado, tenemos que generar ingresos en el hogar. Una tiene que ser madre y trabajar. Hoy la mujer tiene varios roles, pero también estamos en ventaja porque hay más información en cuanto a la crianza respetuosa de los hijos, si se usa bien las tecnologías se puede estar actualizada sobre esos y otros temas”, afirma Emilia, madre de Luciana.
Las tres madres coinciden en que, las épocas, la economía, la alimentación han cambiado y la forma de crianza no es la misma de antes. Pero la esencia de las madres se mantiene: la valentía por formar a sus hijos como buenas personas. (PNH)-(I)
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