El día lunes pasado, la Fiscal Diana Salazar asistió a una reunión de la Comisión de Fiscalización de la
Asamblea Nacional, a la cual la había convocado su presidenta, la asambleísta Pamela Aguirre, con el fin
de que informe el estado de las investigaciones sobre los casos “Encuentro” y “León de Troya”. Mientras
se llevaba a cabo la mentada sesión, aparece de pronto, y como por arte de magia, en las pantallas de la
sala de sesiones, nada menos ni nada más que un prófugo de la justicia ecuatoriana, involucrado hasta
el tuétano en el caso “Metástasis” y conocido en el mundo de la narcopolítica con el alias de “el ruso”.
Nada tenía que ver, ni con la Asamblea, ni con la Comisión, ni con la agenda del evento, por lo que la
Fiscal General, en una acertada y firme decisión, procedió a retirarse de la sesión, expresando su
rechazo a la inaudita situación generada, a no dudarlo, por la presidenta de la Comisión y sus
conmilitones.
¿Cuál era el objeto de la dirigencia del correismo al traer, vía virtual, a un prófugo de la justicia, para que
intervenga en una sesión formal de la Comisión de Fiscalización?, pues llana y sencillamente,
“concederle” una tribuna, un escenario, para que “el ruso” haga el show, faltándole el respeto a la
máxima funcionaria de la Fiscalía y a la majestad de la legislatura ecuatoriana, si es que aún queda algo
de ella.
Una de las características de una emboscada es la preparación, la premeditación para el fin propuesto.
La otra característica es la clandestinidad, las sombras le vienen bien a una emboscada. La sorpresa, el
ataque traicionero, el causar el mayor daño posible, son parte de la radiografía de una celada. Casi todos
los “requisitos” se cumplieron el lunes pasado, pero con lo que seguramente no contaron “los
emboscadores” es con la reacción inteligente y medida de la Fiscal, así como con el juzgamiento que
deberán enfrentar ahora los responsables del denigrante e ilegal caso, si el resto de asambleístas se
comprometen, de una vez por todas, a respetar las disposiciones que norman el funcionamiento de la
legislatura, tras mejorar su alicaída y escuálida imagen. ¡Ay, la Pame! (O)