Cada vez son más frecuentes los avistamientos de venados de cola blanca en zonas pobladas de Cuenca, especialmente, en algunas parroquias rurales como: El Valle, Paccha, Nulti, Cumbe, Tarqui y Victoria del Portete.
Asimismo, es recurrente la presencia de estos animales en vías como la Circunvalación Sur, la Cuenca – La Jarata – Loja, la Panamericana Norte, la Cuenca – Girón – Pasaje, la Panamericana Sur y la Cuenca – Azogues.
En este último corredor vial el 15 de mayo conductores filmaron a dos ejemplares de esta especie, que está en peligro de extinción, a pocos metros del ingreso a El Valle, en uno de los taludes.
Ese mismo día en Paccha miembros de la Unidad de Protección de Medio Ambiente (UPMA), de la Policía Nacional, rescataron a un venado en el barrio Apangoras, en Nulti, donde perros lo atacaron.
El último viernes conductores captado a otro en la Panamericana Sur, a la altura de Narancay.
Humanos han invadido territorio de los venados por eso aparecen en zonas pobladas
Victoria Arbeláez, directora administrativa del Bioparque Amaru, recordó que también se reportó el atropellamiento de uno estos mamíferos, que está en peligro de extinción, cerca del hospital Del Río.
Indicó que los venados bajan de las montañas y páramos a las zonas urbanas porque los humanos han invadido su hábitat natural, en especial, con construcciones y sembríos.
“La gente ha sembrado hierba, ha sembrado ryegrass, chacras, y estos animales llegan a comer esto porque está en su territorio y allí empieza el conflicto gente y fauna (…)”, detalló.
Acotó: “es un conflicto bastante grave porque obviamente uno como ser humano no hace conciencia de que el que primero se metió en el hábitat de ellos somos nosotros, nosotros somos los que invadimos su espacio…”, señaló.
Para ella hay al menos tres soluciones para evitar que la población mate a estos animales:
- Educación ambiental para saber la importancia de estas especies y las sanciones por matar animales silvestres.
- Cerrar los sembríos para prevenir el ingreso de estos animales
- Colocar señalética en las vías para evitar el atropellamientos no solo de venados sino también de zarigüeyas, lobos de páramo y zorros.
En el Bioparque Amaru también cuidan a venados de cola blanca, que en Ecuador viven en dos poblaciones separadas. Una habita en los páramos y la otra está en los bosques secos tropicales, primarios y secundarios del suroccidente.
Hay que se tolerantes con los venados que llegan a zonas pobladas
Fernando Juela, biólogo y técnico de Biodiversidad del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) Zonal 6, coincidió con Arbeláez en cuanto a que el humano ha ocupado el territorio de los venados.
Juela señaló que el desplazamiento de estos animales hacia zonas pobladas se puede deber a la invasión de personas a su hábitat, pero también a cuestiones biológicas.
“Normalmente por cuestiones de biología las hembras se separan de las manadas para criar a sus cachorros. Se alejan de los machos para evitar que maten a las crías, pues los machos pueden identificar las crías cuando no son de ellos…”, dijo.
Acotó: “la población tiene que ser tolerante y el nivel de tolerancia que deberíamos tener está sujeto a quién es el invasor primero, y el ser humano es el invasor, que no está respetando las normas de convivencia con la naturaleza…”.
Indicó: “hay varias medidas para mitigar el impacto de estos animales a los cultivos, pero se tienen que basar en la realidad de cada sitio: geografía, tamaño, tipo de cultivo. Eso ya se le sugiere a la persona interesada después de una visita…”.
Especialista habla sobre la presencia de venados en zonas pobladas
Para Raúl Arízaga, ingeniero en medio ambiente, la presencia de venados de cola blanca en zonas pobladas se debe a que la “mancha urbana” y la frontera agrícola han llegado a ocupar el terreno que era el hábitat natural de estos animales.
Explicó que esta especie de venado vive en la Costa en una altura de hasta los 1.000 metros sobre el nivel del mar (msnm). En la Sierra en cambio habitan en alturas que van desde los 3.000 hasta los 4.500 msnm.
Indicó que se trata de animales terrestres solitarios, aunque pueden vivir en pareja y en ocasiones en grupos pequeños, muy territoriales, tienen varias glándulas odoríferas que les permiten marcar territorio.
Recordó que el artículo 247 del Código Orgánico Integral Penal (COIP) sanciona el delito contra la flora y fauna silvestre con privación de libertad de uno a tres años.
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