No habrá cortes; pero ¿y?

No habrá cortes del servicio de energía eléctrica. Este es el anuncio casi semanal del Ministerio de Energía para prolongar el alivio de los ecuatorianos ante los temidos apagones y, por consiguiente, aplacar su protesta.

Esta vez no es la excepción: hasta el próximo 2 de junio nadie se quedará a oscuras ni sin poder trabajar.

Todo está a merced de las lluvias. Han sido favorables para el incremento del embalse de Mazar, parte del complejo hidroeléctrico con Paute y Sopladora.

Y mejor todavía si, contrario a anuncios anteriores, en estos días se da mantenimiento a la central Coco-Codo-Sinclair sin necesidad de suspender el servicio eléctrico.

El mantener siempre informado a la población le ha merecido puntos a favor al ministro de Energía (e), Roberto Luque, quizás el único secretario de Estado con el visto bueno presidencial para hablar.

Reconocer el problema, los errores cometidos y dar pautas para tratar de superarlo, también abonaron en aquel mismo sentido.

Sin embargo, siguen los sobresaltos al no haber certezas sobre soluciones a corto ni a mediano plazo.

Como es habitual del clima, está próximo un nuevo estiaje. Posiblemente coincida con la campaña electoral, y al presidente Daniel Noboa, si confirma su intención de reelegirse, no le convendrá para nada nuevos apagones.

Claro, esas son consideraciones políticas para nada compatibles con la realidad y la urgencia de contar, pero ya, con proyectos tangibles, encaminados a garantizar el normal suministro de energía eléctrica.

Diagnósticos, quejas, denuncias, una ley “no más apagones” casi inoperante en la práctica, entre otros peros, como la imposibilidad de la participación del sector privado en proyectos eléctricos, están demás a la hora conocer las soluciones reales al problema.

Ejecutividad, poder de decisión y recursos, urgen conocerse para avizorar un panorama esperanzador más allá de si llueve o no. El Gobierno debe decirlo al país.