No se asuste, no es el bancario. Si no, es el feriado del 24 de mayo. El de la Batalla de Pichincha. Ese enfrentamiento que nos dio la libertad e iniciamos nuestra maravillosa vida republicana como Ecuador. Cada año hay que celebrarlo a lo grande. ¡A pasarnos bombis!
Pero, vamos a dar unas pequeñas sugerencias para que el feriado lo disfrute sin mayores sobresaltos. A ver. Si se va a meter las copas, hágalo con mesura. No maneje el carro cuando esté chispo. No será menso. En la casa lo esperan. Tampoco conduzca como desadaptado. No sobrepase los límites de velocidad y en especial, no rebase en curvas.
En la disco tenga mucho cuidado. Hay chiquillas que hacen ojitos y puede que se trate de una trampita. De pronto por tirarse a gallo bello lo dejen desplumado y con sus cuentas bancarias vacías. ¡Póngase pilas! No acepte copitas a desconocidos. Ya hemos visto la bola de casos de escopolaminados y sus trágicos finales.
También, antes de viajar vea que su nave esté al pelo. Fíjese que las llantas se encuentren en buen estado, que todas las luces funcionen, ponga curitas y mertiolate en el botiquín, por si las moscas. Asegúrese de que todos los pasajeros estén abrochados con los cinturones de seguridad y tenga sueltitos a la mano, no está de más ser precavido. Recuerde que puede enfrentarse a vacunadores en las vías y tiene que estar preparado. Licencia y matrícula al día, no lo olvide.
¡Atenti! No vaya a lugares muy concurridos. Más bien elija zonas más tranquilas porque no sabemos en qué momento puede haber un cruce de balas y no queremos salir mal parados, por algunas balas perdidas. Perdidas como ciertas asambleístas correístas que viven en la nebulosa. Están en la Asamblea Nacional solo para calentar las bancas y hacer escándalos.
Bueno, esperemos que este feriado sea más o menos “tranquilo”. Ya no sorprende leer en los titulares de la prensa sobre la intervención policial en narcofiestas, el asesinato de alcaldes, concejales, o funcionarios municipales. También ya es común que, en los días de asueto, se escape alguna joyita de la cárcel. En fin, veamos qué pasa. (O)