La servidumbre voluntaria bien podría ser una definición alternativa para el régimen de organización económico actual. Es decir, el capitalismo, erigido sobre condiciones político-jurídicas basadas en la idea de la libertad, sería, de todas maneras, un régimen de servidumbre libremente aceptado. Pero ¿cómo es esto posible? La idea no es nueva, ya en el siglo 16, un joven de 18 años, Étienne de La Boétie, advertía que la servidumbre proviene del “consentimiento” de aquellos sobre quienes se ejerce el poder. Los particulares, basados en sus concepciones de la utilidad y beneficio, y en función de sus propios intereses, actuando libremente se someten a la servidumbre. Naturalmente, esta forma de actuación encubre el horror de un sistema que no solo es desigual al extremo y, por lo tanto, antidemocrático, sino que devela la existencia de una libertad cercenada, que solo es libre de desear lo que le es permitido, luego, es absolutamente contradictoria. La fórmula: Desear lo permitido, significa desear lo que el sistema desea que se desee. No el cambio de sistema, por supuesto, sino un deseo que profundice y amplíe el sistema y sus ideales de libertad. Un deseo que haga tolerable y hasta atractiva, la insoportable servidumbre irracional a la que todos estamos expuestos. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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