Cierra los ojos y protege tus pensamientos
Cierra los ojos para ahuyentar el temor
Cierra los ojos y aprieta el corazón
Cierra los ojos sin saber si va a amanecer
Cierra los ojos con un último beso por si vas a arder
Cierra los ojos… porque hay crímenes de barbarie a los que no querrás ver.
Como “crímenes de barbarie” se definían a los actos atroces cometidos para eliminar a un grupo de personas. El término genocidio fue acuñado por el abogado, judío-polaco, Rapahel Lemkin, quien trajo al conocimiento público su denominación después de las propias experiencias que sufrió con su familia y luchó por que exista una ley internacional por la que tal acción sea considerada como crimen.
El término, viene del griego “genos” que es raza o pueblo, y del sufijo latín “cide” matar. El objetivo de Lemkin se podía considerar como alcanzado cuando ante las Naciones Unidas adoptaron todos los estados miembros, la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, aprobada en 1948, y ratificada en 1951. En su artículo II, establece que existe genocidio cuando con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso se da: matanza del grupo; lesión a la integridad física o mental de sus miembros; sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que llevan a destrucción física, total o parcial; impedir los nacimientos en el seno del grupo; traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo. Entre las obligaciones de los estados firmantes está: no cometer genocidio, castigar el genocidio, y PREVENIR el genocidio.
Lo difícil para su definición es comprobar la existencia de elementos físico y mental en la intención de cometer genocidio. En un documento de la página oficial de la ONU, consta que la intención es difícil de identificar porque no basta con ver los actos perpetrados, sino “demostrarse que los perpetradores tenían la intención de destruir físicamente al grupo nacional, étnico, racial o religioso.”
Se pide prevención, no cerrar los ojos hasta que el futuro señale un veredicto de un pasado atroz. La humanidad ha cometido tantos errores, pero parece difícil aprender. Más allá del origen de cada acto, lamento por las niñas y niños que han sido y son víctimas de guerras (de todo el mundo). Cerraron sus ojos, apagaron su luz. (O)