Quienes meten la cabeza en la olla de la política no quieren sacarla para nada. Mientras más huela mal, con más afán la meten, así tengan que vender el alma al diablo.
Es la nueva, aunque no tan nueva, profesión u oficio de muchos. No importa sin son de derecha, de izquierda, de extrema izquierda, de centro izquierda; de derecha, de extrema derecha o de centro derecha. Les importa un bledo la ideología.
En el país del cambalache, crear un movimiento político es tan fácil como cuando en la barriada se integraban equipos para jugar un partido de indoor fútbol.
Ya mismo son 300 los movimientos, más los rancios partidos que sobreviven de puro necios o porque aún viven sus patriarcas jurásicos.
De la partidocracia saltamos a la movimientocracia. Les regla el inefable CNE, donde se borra de día o de noche, donde tan pronto se hace la luz sobreviene la oscuridad, con lo cual no hay software que aguante ni quien se le ponga por delante.
Devenida la actividad política en feria libre, el concejal quiere reelegirse y luego ser alcalde. El alcalde aspira no sin antes reelegirse a ser prefecto o a la inversa. Y como creen que lo mejor está por venir, van por la Asamblea y la consiguiente reelección. Es el trampolín para llegar a Carondelet.
En todo ese recorrido aprenden las buenas y las malas mañas. Sobre todo, estas últimas. Van, de escaño en escaño, ganando sueldos suculentos, abonando la burocracia con sus agnados y cognados; unos cambian de consorte y hasta de porte porque se les suben los humus.
Causa tirria la cantaleta de querer controlar a quienes ostentando tal o cual cargo de elección popular se dedican, estén en campaña o no, a promocionarse. Malgastan miles o millones de dólares contratando artistas de todo pelambre para caer simpáticos y super bacanes ante las masas. Ah, y sin contar con las millonadas en propaganda.
Así que, ¡»al cairo»! eso de las campañas anticipadas. Están en perenne campaña. La maquinaria electoral la aceitan con todo. Ahora mismo, en las redes sociales se desata un bombardeo, comenzando por el relave del cerebro. ¡Qué, no la notan!
La encaminada a las elecciones de 2025 está en marcha. Un presidente “loco” por la reelección; otro, “reloco” por volver, aunque sea por intermedio de un arlequín; otros, igual: que todo con la izquierda, nada con la derecha; que a no tanto a la derecha sino al centro; que, con él, ni a misa; que con aquél ni a la esquina.
Alcaldías, prefecturas, Presidencia, cada una por su San Benito, están en campaña. Anticipada, disfrazada o mediatizada, pero están.
Así que ¡al diablo las reelecciones! (O)