A propósito de las pugnas entre el Presidente y la Vicepresidenta y las confrontaciones entre asambleístas, debemos mencionar que son manifestaciones de “ansias del poder”, conceptuado por algunos autores como una “adicción”, incluso se habla de la “droga del poder”. Apenas prueban el poder quieren seguir mandando, complaciendo a su voluntad, pero no necesariamente a la del pueblo.
Estos políticos “drogados” tratan de engañar para arribar al poder, sobre todo los jóvenes, no así los más añosos que han aprendido a encubrir y a recubrir sus instintos que patológicamente les impulsa a creerse omnipotentes y omnipresentes. Esta adicción los convierte en narcisistas al creerse los mejores, en cambio a “otritos” los hacen paranoides a sabiendas que desconfían de todos y piensan que: “el que no está conmigo está en contra de mí”. Este tema adquiere actualidad e importancia al estar por llegar la fecha de inscripción de candidaturas para presidente, vicepresidente, y lo más preocupante que vamos a elegir a más asambleístas, preocupación en función de que la mayoría no justificaron ni justifican su cargo, por el contrario, y lo peligroso, es la presencia de los mismos adictos al poder. Se han vuelto todólogos, todopoderosos, ofrecedores, mitómanos, obvio que hay meritísimas excepciones, lo que confirma la regla de los enloquecidos o adictos al poder.
En este escenario, es tiempo de que el joven actual Presidente, que ya saboreó el poder y que, si le gustó, se manifieste abiertamente como precandidato y que defina la situación de la Vicepresidenta que “solita se anuló” al mostrarse como conspiradora de su compañero de fórmula. Por lo demás, ya están apareciendo los mismos, los caciques de tiendas políticas y los que mueven las fichas. Ecuatorianos, es tiempo de renovar, no puede ser que sigan los eternos embriagados por el poder, no es positivo para la patria que los mismos vuelvan a aparecer de candidatos y, peor todavía, cuando muchos están revueltos en la corrupción anhelando la impunidad. (O)
