No sé desde cuando se prefirió retroceder, conscientemente, antes que avanzar y me explico. El avance de los últimos años de este siglo, en todo sentido, es tan vertiginoso que el solo hecho de no hacer nada, es ya un retroceso irremediable porque si otros avanzan deberé necesariamente, alguna vez, hacer el doble o el triple para poder alcanzar a quienes caminan al día con la certeza de no ceder ante el ritmo del tiempo. Les cuento algo para certificar que lo mencionado no es una elucubración personal sino una reflexión sobre algo vivido y que lo sigo percibiendo: mis sentidos aún me alertan.
Salinas (de la provincia de Santa Elena, para diferenciarla de Salinas de Bolívar) me es familiar, la conozco desde el siglo anterior. En 1988, con mi esposa, compramos un departamento, con vistas al mar, en La Milina, que fue durante un par de décadas nuestro deleite de fin de semana. El mar siempre nos regaló sus bondades que aún las conserva. Los condóminos fueron gente nacida para vivir en comunidad, en una paz llena de bondadosas sorpresas. La Capilla de Santa Ana es un hermoso templo que sigue convocándonos a la misa dominical. Nos contaron que la familia Lecaro impulsó la creación de la ciudadela y que Mi-LI-NA fueron las iniciales de los nombres de sus tres hijas.
Cuando ingresen a Salinas háganlo por la segunda calle frente al Shopping EL PASEO, de La Libertad. En ese recorrido conocerán: La Carolina, Costa del Sol, Puerta del Sol, Geranios, La Milina, Las Conchas, todas ciudadelas que colindan, a su derecha, con el mar. No se extrañen si los terrenos baldíos son mayoría. No se sorprendan si la maleza crece a su antojo, tampoco si buena parte de los terrenos no construidos carecen de cerramientos. No busquen geranios en Los Geranios, por favor. En tres ciudadelas, de las nombradas, encontrarán, en parte de ellas, prósperas urbanizaciones, junto al mar, en calidad de recintos privados, con las restricciones de acceso de rigor.
El actual Alcalde ya cumplió un año de su mandato. Hay promesas, expectativas, esperanzas. El Palacio municipal de Salinas continúa abandonado. Desde hace algunos años el gobierno municipal ocupa las aulas de un centro educativo. Al parecer los profesores no son tan buenos o sus alumnos son díscolos. La pérdida de año es ya una constante. La espera nos desespera. (O)