Considero que la Razón es como un ministro prudente, un guía leal y un sabio consejero; es la luz en las tinieblas, como la ira es oscuridad en medio de la luz. Es sabio dejar que la razón sea nuestra guía, no el impulso.
Pero siempre debemos tener presente que, aunque la razón esté a nuestro lado, de nada vale sin la ayuda del conocimiento.
El hombre por más títulos académicos que haya obtenido, y este dotado de poder, dinero o fama, pero carente de juicio y débil frente al control de sus emociones, es como un soldado que entra al combate sin armas. Su cólera emponzoñará a su comunidad, y él será, como el grano de áloe en una vasija de agua pura.
En cada amanecer, cuando la tenue luz de un nuevo día acaricie nuestros parpados aún adormecidos, debemos examinar nuestra consciencia y corregir nuestras faltas; si no cumplimos con este deber, no seremos fieles a nuestro conocimiento y a la razón que habita dentro de cada uno de nosotros.
Cotidianamente observémonos a nosotros mismos, como si fuéramos nuestro propio enemigo, porque no podemos aprender a gobernarnos, mientras no podamos primero aprender a vencer nuestras propias pasiones y a obedecer a los dictados de nuestra conciencia.
Razón y conocimiento son como cuerpo y alma. Sin el cuerpo el alma no es más que viento vacío. Sin el alma, el cuerpo no es más que una estructura anatómica carente de sentimiento.
Cuando nos hable la razón, escuchemos lo que nos dice, y estaremos a salvo, hagamos buen uso de sus recomendaciones, y seremos como un soldado fuertemente armado, en defensa de la paz, la justicia y la libertad.
Cada persona es única y diferente; cada una tiene planes para su propia vida, la libertad le permite esforzarse para cumplirlos, y en ese esfuerzo irá creciendo cada vez más espiritual y materialmente; pero para lograrlo es necesario que nadie nos sujete, o nos impida dar pasos por ese camino. A veces tenemos que luchar para conquistarla, pero esta lucha no implica pleitos constantes con los demás.
La libertad es una condición que nace de la dignidad, la libertad, no es, no puede ser una ideología, ni una estructura inventada para justificar el poder. No es la doctrina de un partido, es una virtud que hay que ejercer, y estamos obligados a cuidarla.
Desde las profundidades del mar donde los secretos son guardados, un día no muy lejano surgirá la libertad como un arco iris, y las lágrimas derramadas por los oprimidos de este mundo brotarán como flores que aparecerán detrás del horizonte como una nueva aurora.
Los opuestos del espíritu razonable son el fanatismo y el dogmatismo. La razón es LUZ EN LAS TINIEBLAS, como la ira es oscuridad en medio de la luz. La razón es la antorcha de la verdad, la libertad y la dignidad. (O)