¿Y cuándo Diana se vaya?

Jorge Durán Figueroa

La fiscal general Diana Salazar debe ser la persona más querida y odiada del Ecuador. Sus antecesores, salvo honrosas excepciones, han sido desde esbirros del poder de turno, ad hoc de gobernantes de pasada, hasta tragicómicos leguleyos.

Debe ser duro, durísimo estar en su pellejo. Si es posible dormir con chaleco antibalas. Alimentarse a sobresaltos. Cero esparcimientos. Aun así, se ha dado tiempo para el amor, la única fuerza que a veces llega sin avisar, y todo lo puede, y todo lo vence.

Sus enemigos están por todas partes. Incluso en el exterior.

De no ser por su perseverancia, por su decisión de fajarse por el país, aun a costa de su vida, ¿cómo sería el Ecuador de estos tiempos si corruptos y corruptores de alto y mediano vuelo no estuvieran donde y como están; igual una parte de la Justicia, enlodada hasta el cuello; ni se diga la política cooptada por el narcocrimen y entre las dos en un maridaje que abochorna; peor la Fiscalía como institución, años atrás tan devenida a menos, y siempre apetecida por meretrices del Derecho, como es notorio ahora con la Defensoría Pública?

¿Qué será de Diana Salazar cuando deje de ser la fiscal general, se quede sin el resguardo del Estado, es decir, expuesta, probablemente, a la vendetta de sus enemigos, y no cualesquiera enemigos, sino enemigos con poder político, así lo detenten entre sombras o lo retomen aprovechando la desmemoria y la confusión colectiva; enemigos con poder económico, mucho peor de todopoderosos narcos?

Casi seguro que esos enemigos se constituirán en su sombra; y más peligrosos serán aprovechando las sombras, su regreso a ser una ciudadana más, sin más escudos que el deber cumplido, el tener la conciencia tranquila y el talante que da la ética y la honradez, aun se ande en harapos.

Tantos planes urdidos para “bajársele” políticamente, judicialmente, o para cegarle la vida, han fracasado, al menos hasta el momento. Muchos políticos, cuando de apoyarla se ha tratado, aunque maldiciendo por dentro, lo han hecho; otros proceden con la mueca del desentendimiento, pero querrán que cuan pronto se vaya.

¿Tendremos a la primera fiscal general que, al siguiente día de dejar de serlo, abandone el país por seguridad? ¿O será lanzada a la fosa de los leones? (O)