Cultura de la corrupción

Marco Carrión Calderón

Al hablar de las inmoralidades de funcionarios y gobernantes, muchas personas no se

admiran porque, según ellas, “todos han llevado”. Alguna vez, al conversar sobre el

nepotismo, tremenda forma de corrupción institucionalizada en algunos gobiernos,

alguien dijo que “estaba bien que el Presidente se ocupara en primer lugar de su

familia”.

La gente ha terminado por aceptar la corrupción y la viveza criolla. El funcionario

público va a un cargo para ver “cuanto puede llevar”. Si obtiene bastante dinero y no

deja pruebas es un hombre brillante. Ese “hará carrera”, puede ser candidato para

diputado, para ministro, o cuando menos aspirar a una embajada. Los que después de

haber desempeñado la función pública se retiran con sus manos limpias, con la

conciencia tranquila, “no valen para nada”. Se dirá que “no sirven”, que son como

“perro de hortelano”. “¿Para qué se van a desperdiciar oportunidades con esa clase de

gente?”.

Quien hace mucho dinero, con buenas o malas artes, es más considerado que el pobre,

así sea inteligente, capaz y sobre todo honorable. Las puertas de los mejores círculos se

abren para recibir al nuevo rico; no importa que su fortuna sea de dudoso o mal origen,

abundan las invitaciones, los abrazos y los cócteles en su honor.

Debe haber sanciones duras para los delincuentes de cuello blanco. La corrupción tiene

que ser sancionada además de con la cárcel, con la obligación de devolver los bienes

cuya legal procedencia no pueda justificar de acuerdo con los ingresos declarados. La

Ley de Extensión de dominio, no llega a estar vigente. Los bienes deben ser embargados

para que el Estado recupere lo que se le ha perjudicado y evitarse que fuguen los

ladrones porque ellos son el mal ejemplo vívido; la impunidad estimula el delito.

Si no se toma medidas enérgicas, la corrupción continuará en una sociedad en que lo

más valioso es el dinero, sin importar si su procedencia es limpia o no. La gente honesta

debería negar su trato a los delincuentes (así sean de cuello blanco o ricos) y a los

corruptos, la justicia debe ser más severa con los que roban los recursos nacionales y

nos privan de tener mejores vías, hospitales, escuelas… (O)