La “Sociedad del cansancio”, concepto propuesto por el autor Byung-Chul Han, reflexiona sobre una de las patologías de la sociedad moderna: el “síndrome del burnout”, que nos lleva a esa necesidad de mejorarnos continuamente, de ser eficientes y productivos; es decir, llegar al extremo de una autoexplotación.
Las personas eligen trabajar por su cuenta, buscando incansablemente la mejora y el éxito personal para demostrar su autoafirmación y su libertad, sin estar conscientes de este juego que responde únicamente a una lógica sistémica que demanda cada vez más. Todo este proceso de exigencia extrema lleva a un profundo cansancio físico y psicológico; a un agotamiento, a un vacío interior que no puede desconectarse de esa presión que siente de rendir al máximo.
El cuestionamiento está en que la fatiga no es solamente física o mental, sino también repercute en un agotamiento que afecta a la capacidad de relacionarse con los demás, incluso, con su misma identidad; por ende, las implicaciones sociales son significativas.
Byung-Chul también nos lleva a debatir ese llamado constante al discurso de la insistente positividad en todo sentido: en el pensamiento, en la motivación, en la actitud que, a la larga, llega a ser una forma de represión. Este constante positivismo, nos conduce a una incapacidad de poder enfrentar y procesar adecuadamente las emociones negativas y difíciles de la vida, lo que contribuye al cansancio y al burnout.
Lo que nos queda es recuperar la capacidad de contemplación desde esos mínimos detalles; explorar la felicidad en otras facetas de la vida, tener el derecho de la inactividad, del descanso, de la reflexión, de la desconexión. Reafirmemos y exploremos otras formas de “ser humanos”; relacionémonos con la lógica del sentimiento y no solo de la razón. Rescatemos esa sociedad que valora el bienestar individual, familiar y colectivo, especialmente, la contemplación desde la más sencilla, que va por encima del rendimiento y la productividad. (O)
