La noche del 2 de junio, para el pesar de la gran mayoría de mexicanos y de muchos países
democráticos, Claudia Sheinbaum fue electa presidenta de México.
Sin embargo, sucedió un incidente que ocurre repetidamente en países que se precian
en ser democráticos, pero que en realidad son narcodictaduras. El INE (Instituto
Nacional Electoral) demoró un tiempo irracional para dar el anuncio oficial. Ni qué decir
del "ciberataque" del que fue objeto el INE -hermano gemelo del CNE ecuatoriano
experto en apagones electorales- que mantuvo el sistema caído durante varias horas.
Noticieros no oficialistas y candidatos opositores hablaban sobre un fraude descarado.
Pese a que fuentes oficiales difundieron videos sobre la votación “más copiosa” de la
que se tenga memoria en México, en realidad, sufragó menos gente que en el 2018
cuando “ganó” AMLO. La participación ciudadana fue de un mediocre 61%. Canales
gobiernistas no mostraron cómo fueron vituperados, hostigados y recibidos con
hostilidad los candidatos de Morena, el partido político al que pertenece Claudia
Sheinbaum, en toda la República Mexicana.
En contra de toda lógica, ganaron las elecciones pues, dos semanas antes de las
votaciones, la candidata de la oposición, Xochitl Gálvez, convocaba a sus seguidores
a una más de las Mareas Rosas que simbolizaron su campaña. Multitudes salieron a
las calles en más de 100 ciudades de todo el país. Se congregó mucha más gente de
la que pudo movilizar el régimen de AMLO durante sus seis años de gobierno.
Quienes se manifestaron en la Marea Rosa fueron ciudadanos espontáneos; personas
que salieron a la calle por sus propias convicciones y el anhelo de derrotar al
narcogobierno. Lo opuesto sucedía cuando la nueva presidenta hacía mítines en los
que la gente se retiraba en medio de los discursos, cuyo único interés era cobrar 500
pesos pagados por el gobierno de turno, pasar lista y marcharse.
La candidata sin ideas propias y rechazada en un principio por su propio partido -la
acusaban de utilizar recursos públicos para su campaña- sorprendentemente, resultó
más carismática que López Obrador.
Una caricatura publicada en un periódico alemán, retrata de cuerpo entero lo que será
el gobierno de Sheinbaum: la presidenta alza los brazos victoriosos ante la silla
presidencial donde está sentado un narcotraficante empuñando un arma.
Lamentablemente, a nuestros hermanos mexicanos les espera un sexenio igual, o
peor, que el anterior. (O)