Recuerdos y pensamientos

Hernán Abad Rodas

En este mes dedicado al padre, las meditaciones, los recuerdos y

pensamientos acuden congregándose en mi alma, frente a mí, se

aglomeran los espectros de mis noches lejanas de niño, disipándose

después como las nubes en el horizonte que el viento desmadeja y las

deposita en los rincones de mi aposento.

Mes de junio, en mi habitación siento su presencia como un espíritu

encantado que aplaca mi alma, porque lo mecen los rayos del sol y hace

que mi corazón no sufra, porque es prisionero de las vicisitudes del tiempo.

Querido papá, deseo que hayas encontrado la paz, en tu corazón y en tu

alma. Desearía saber cómo estás y dónde estás. ¿Estás en el bosque de tus

sueños o en la cúspide de tus pensamientos?, ¿te hallas en la cima de

aquella montaña donde todos los sueños se plasman en una visión, y todos

los pensamientos en una sola ambición?. Tu muerte me afectó

profundamente, sé que has alcanzado tu meta y que has trascendido los

motivos de mi lamento, sé todo esto; y, aun así, es curioso que ese

conocimiento no pueda aliviar mi aflicción, ¿cuál será el significado de esta

aflicción?, poseías esperanzas y querías hacerlas realidad, tu caudal de

sueños era igual al de cada uno de tus hijos. ¿Acaso hay algo en tu partida,

que me provoca esta profunda tristeza, que hace verter lágrimas de mi

corazón?.

Padre he estado mucho tiempo soñando con una cabaña, un pequeño

jardín y un manantial; ¿Qué he de decirte acerca de mis vicisitudes?,

Cuando era niño junto a ti, vivía en paz y tranquilidad, pero hoy ésta se ha

convertido en clamor frente a tanta injusticia, mentira, corrupción y

narcodelincuencia, y mi paz en lucha. Llegará en día en que partiré para

unirme a ti.

He pasado algunos días escribiendo estas letras, y al hacerlo, me he sentido

como una nube, en la que está mi soledad, mi hambre y mi sed, pero al

recordar el eco de tu voz, siento que somos dos, sí dos nubes que cubrimos

las montañas y los valles, que caminamos entre y por encima de los árboles,

envolvemos las altas rocas, penetramos en el corazón de la raza humana y

desciframos sus misterios.

Recordado papá me gustaría que desde la eternidad sigas siendo capaz de

hacer que la antorcha encendida de los cielos ilumine el sendero de mi

vida.

Dicen que la muerte es un sueño profundo; duerme y descansa en paz

dulces sueños acompañen tu alma que no le teme a la oscuridad.

Los que no tenemos a nuestro padre con nosotros, porque se nos adelantó

al encuentro con la eternidad, nos sentimos como una isla de paz, en un

océano de soledad. (O)