Por estas “pequeñeces”, la pipol se asquea de la política. Tenemos una asambleísta
que se inició en la política morlaca marchando con Jefferson Pérez. Luego de haber
perdido, asomó en la administración del simpático Yaku Pérez. Llegaban al camello en
chiva de bambú y a media mañana hacían el saludo al sol. Los pachas la auspiciaron
para que sea asambleísta y ganó. Asimismo, como nos tiene acostumbrados, se
barajó para ser una defensora del finado don Villa. Y para terminar con todo este
show, la señorita ahora es la nueva contratación de los socialcristianos. Todo esto en
menos de ocho añitos.
Y me estaba olvidando. La susodicha también andaba metiendo las narices apoyando
en la campaña de los shungolovers. Usted sabe, mi ñaño, hay que asegurar el camello
en el sector público. Pero bueno, no es la primera ni la última política que hará esos
atrevidos ajustes en su accionar político. A ver, mis queridos asambleístas. En vez de
estar pasando el tiempo discutiendo si el hornado debe estar en vitrinas de vidrio,
mejor paren con esta barbaridad política. ¿Cómo es posible que hagan de la
Asamblea Nacional un taibol dans?
Es por eso que la política no ha cambiado mucho. Por lo menos antes los políticos
morían con sus principios. En ese aspecto, por ejemplo, los ovejunos siguen siendo
fieles al loquito del ático. Ahora son políticos del acomodo. Analizan si les interesa
determinada comisión y levantan la manito por intereses; caso contrario, no hay apoyo
para ninguna iniciativa legislativa. Y la peor desgracia es que ahora vamos a elegir
más asambleístas. Serán, en el 2025, 151 sujetos que “debatirán” para mejorar las
condiciones del país.
La plena, yo sí apoyo la intención de que, si un asambleísta se desmarca de su partido
por supuestamente no estar a favor de determinada decisión, vaya no más a la caleta
que allá lo esperan. Ah, pero me olvidaba. ¿Qué persona en su sano juicio va a
desperdiciar un sueldo de más o menos cuatro luquitas, con todo pagado? Hasta
tienen chance de salir del país con los gastos incluidos para alguna visita diplomática o
farandulera. ¡Váyanse de farra!
En fin. Si tiene chance de encontrarse en la campaña, que de hecho estamos a un piti
de arrancar con ese periodo de harta plata y bala, dígale no más sin miedo si no tiene
vergüenza de participar en las elecciones con camiseta nueva. Que, si tanto criticaba
la política sucia de años pasados, ¿por qué ahora hace lo mismo? En definitiva, son
una joya.(O)