Cada quien asume una misión de vida, a veces encontrada, otras no. Y en ese espacio
de sentirse perdido, tomamos un rol laboral, familiar, o de la sociedad. Se intuye que el
desarrollo personal deriva en preparar nuestro interior, educar las emociones,
dominar la mente. Pero la superación personal, a menudo cae únicamente en la
primera palabra “superación”. Ese vencimiento o victoria, implica mejorarse a uno
mismo, pero eventualmente genera un sentimiento de superioridad sobre los demás.
Al arte, se lo consideraba elitista porque aparentemente solo quienes contaban con un
poder adquisitivo destacado podían apreciarlo y aprenderlo. Trasladado a la
cotidianidad, quizá solo quienes acceden y disciernen los libros de autoayuda e
inteligencia emocional, podrían emular los pasos a seguir que sus autores proponen.
Y así llego al punto de reflexión real. Los libros, son una fuente de ayuda, personal y
social. Ahora mismo se consiguen “Bestsellers” sobre influyentes de empresas, quienes
han alzado su voz a favor de derechos, y quienes proponen generar cierta
individualidad en la vida para no afectarnos por el qué dirán los demás y que nadie
sepa de nuestros planes. Pero también están los mejores vendidos que se consideran
un clásico, una buena literatura, una novela o una creación fantástica de sus
personajes. Hay sabiduría en el Quijote que cabalga, manejamos las emociones con un
Odiseo y sus peripecias en un viaje, guardamos en el corazón lo que nos dice un
Principito, desarrollamos astucia con la propuesta de Sherlock, repensamos nuestra
historia con César Dávila Andrade y Los Méndigos de Eugenio Moreno Heredia.
La autoayuda puede estar ahí, en ese medio que tomamos para nuestro crecer propio,
pero siempre reconociendo la bondad. En el libro Catecismo de la Iglesia Católica, dice
que el acto moralmente bueno supone a la vez la bondad del objeto, del fin y de las
circunstancias; y ese objeto es el acto del querer, hacia el cual tiende la voluntad y la
libertad, siendo ésta, la posibilidad de elegir el bien.
Todo libro generará en nosotros una idea que puede transformarse en hábito, pero no
olvidemos asumirla con humildad sin superioridad. Que esa autoayuda venga de la
compasión puesta en cada lectura y sea procesada para comprender la sencillez de
nuestro paso por la vida. (O)