Investigar en tiempos de maternidad

VOCES DE CIENTIFICAS Ximena Coronado Otavalo NODO IMBABURA

Admiro mucho a esas mujeres valientes que deciden no ser madres para enfocarse en sus proyectos profesionales y admiro aún más a quienes eligen ser madres e intentan conciliar la maternidad con sus profesiones. A pesar de que hemos ganado espacio en el mundo laboral, los techos de cristal aún siguen latentes y en su mayoría vinculados al rol materno.

Cuando nos referimos a las madres todos hablamos de la belleza, del amor que sentimos por esos seres maravillosos que nos han dado la vida, de lo únicas y especiales que son las madres. Quizá pocos nos detenemos a reflexionar todo lo que implica maternar en estos tiempos tan convulsos y altamente competitivos.

Estamos quienes como parte del trabajo hacemos investigación y hemos encontrado en esto una gran vocación. Investigar y maternar, muchas veces, se vuelve cuesta arriba porque las dos labores exigen renuncia. Con esto me refiero al extenuante tiempo que requieres para buscar información, aplicar experimentos en laboratorios, hacer trabajo de campo, escribir y difundir ciencia. Y, por otro lado, también está la amplísima lista de tareas asociadas a la maternidad: pañales, lactancia, siestas, vacunas, enfermedades, alimentación, baños, escuela, tareas, actividades extraescolares y un largo etcétera. Para compensar estas dos actividades tampoco creo que haya una receta ideal, sin embargo, la pasión por la investigación y el cariño indescriptible que sentimos por nuestros hijos nos hacen estar convencidas de que lo estamos haciendo bien.  

Históricamente se han creado muchos mitos alrededor de la maternidad desde la abnegación y sumisión de la mujer. En este nuevo siglo, las mismas mujeres hemos creado entornos para desmitificar aquello. No se trata de juzgarnos ni de crear un manual de buenas madres, personalmente considero que no existe una guía para maternar desde la perfección. (O)