El infierno verde

Hernán Abad Rodas

La selva del Darién se extiende en la frontera entre Colombia y Panamá. Es considerado uno de los lugares más biodiversos del planeta. Sin embargo, su densa vegetación se ha convertido en el telón propicio para el paso irregular de migrantes y para el narcotráfico.

Hombres, niños, mujeres solas o con sus parejas, dejan atrás sus hogares teniendo que atravesar un verdadero infierno como la selva del Darién, mientras son víctimas de violaciones, secuestros, robos etc.

Más de medio millón de migrantes, la mayoría venezolanos, seguidos por ecuatorianos cruzaron, el INFIERNO VERDE DEL DIARÉN en el año 2023, según datos del Ministerio de Seguridad Pública de Panamá.

Esta lacerante e impactante realidad, me permite afirmar que: el mundo de los crucificados no es un lugar excepcional o esotérico…es un mundo donde millones de seres humanos mueren de la lenta crucifixión, que les produce el hambre, la miseria, el desempleo, y los vendedores de falsas ilusiones. Hay que hacerle saber al mundo lo que está pasando en la región.

Los que se encuentran bajo el umbral de la pobreza, desde sus míseras chozas inmersas en las sombras de la desventura, golpean sus pechos clamando misericordia. En las calles estrechas de nuestras ciudades, los comerciantes venden sus días para ganar dinero, y poder pagar el tributo a los gobernantes de turno, a los narcodelincuentes y a los “vacunadores”.

En los campos, los labriegos labran la tierra y plantan las semillas de sus desolados corazones, las riegan con sus lágrimas, pero no recogen más que espinas, y nadie les enseña el verdadero sendero donde no existe el hambre.

Los millones de oprimidos de la tierra, ya no permanecen en silencio, hoy, lanzan su voz pidiendo pan y empleo. Pues son la boca de la justicia y el libro de la vida. Pero son engañados por los falsos profetas, pues el que tiene hambre sólo escucha a través de su estómago.

Los gobernantes de todos los países deberían caminar por las rutas del hambre y los valles de la desgracia de nuestros pueblos, para que observen de cerca la pobreza, que es el infortunio del mundo; y ver que lo que llaman civilización, no es más que un espectro entre los numerosos fantasmas de un trágico desengaño.

El desconocimiento de lo que es la democracia, la verdad, la justicia, y la incapacidad para identificar a los falsos redentores; es la carga que llevan millones de seres humanos, por los oscuros senderos del bajo mundo, de la angustia, la delincuencia, la desesperación, el sicariato, el narcotráfico etc. (O)