Siempre preferí el trato de don para los ciudadanos distinguidos y el de señor para los
habituales, porque si éste es usado en el mundo de los negocios y las formalidades de cortesía,
aquél se asocia a un mayor grado de respeto y distinción, aunque venga de la misma raíz
“dominus”. Así se antepone a Miguel de Cervantes, Miguel de Unamuno, Juan Montalvo y
muchos otros que coincidían en que la libertad sólo se da a través del conocimiento. Le doy el
mismo trato al erudito y sabio cuencano, en viendo similitudes actitudinales e intelectuales
con el bilbaíno autor de “La dignidad humana”, también rector y escritor, quién además
expresaba que cuando “siente el pensamiento, piensa el sentimiento”
Cuando el maestro-amigo, adornado de títulos por universidades nacionales y extranjeras y
uno especial de “Buena Persona” concedido por el pueblo en consideración a sus códigos de
conducta, me invitara a la presentación de su nuevo libro “La Universidad. Sustancia y
Circunstancia”, me enaltecí con espíritu de discípulo y me ilusioné por asistir, en la certeza que
sus disertaciones, coloquios, presentaciones, prólogos, introducciones… son magistrales,
superiores a aquellas que se pagan más para aplaudir que para nutrirse.
El 10 de junio en el Aula Magna de Medicina ofreció su disertación “Ya no me quedan conejos
en la chistera” al presentar su libro de 725 páginas. Fue una conferencia soberbia para tener
una relación viva sobre algunos aspectos de la civilización y la cultura. Don Gustavo Vega es un
hombre sabio, quien motivó al auditorio a conocer sobre sobre el saber de la antigüedad, la
epopeya de la modernización, las revoluciones y la democracia, el conocimiento de la música,
la literatura, el arte a través de las grandes obras, la ciencia, la filosofía, la batalla de las
ideologías, cosmogonías y teorías y ¡cómo no! la advertencia hacia dónde debe ir la educación
universitaria.
Hasta en el arte de Cicerón y Quintiliano es suficiente el maestro-amigo, pues, la media hora
de disertación es suficiente para un nuevo libro. Volví a escuchar al erudito, a quien le quedan
muchos conejos en su chistera y a su vez acordarme del célebre escritor peruano Bryce
Echenique, quien, en el Salón del Pueblo, nos tuvo alrededor de dos horas agitando las manos
en demostración de beneplácito y conminación a que siga conferenciando. Don Gustavo es
congénere de los Hopi (elegante y de buenas costumbres) y su obra “endomino” (continente y
contenido) es para asimilar en paz y calma. (O)