Hablar de derechos humanos es tan fácil como hacerlo de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” los tres grandes ideales que no han pasado de ser enunciados teóricos. Ahora quiero referirme a aquellas víctimas de quienes poco se dice porque sus victimarios, generalmente de líneas de izquierda extrema, de quienes no se habla.
Me estoy refiriendo a los sacrificados en el paredón de la revolución cubana por decisión de sus líderes quienes ordenaron el fusilamiento de innúmeros ciudadanos por el “crimen” de pensar diferente. A los más de cinco mil estudiantes asesinados en la plaza de Tianamen en la capital de China cuando en 1989 cometieron el “delito” de reclamar libertades y democracia. Me refiero también a los miles de muertos y martirizados por Stalin y la KGB y a los presos de conciencia que permanecen en las cárceles de China, Cuba y Venezuela por ejercer su derecho de pensar libremente sin que todavía haya un movimiento universal para exigir su libertad.
Quiero también reclamar por los millares asesinados por fuerzas paramilitares y por los terroristas, de Sendero Luminoso y MRTA del Perú y Fuerzas Armadas Revolucionarias, FARC, y Ejército de Liberación Nacional, ELN, de Colombia.
Reclamo por los derechos de quienes son detenidos por la Policía por no portar su cédula de ciudadanía y son recluidos en los Centros de Detención Provisional, lugares en los cuales son sometidos a vejámenes. También por los derechos de las minorías sexuales que a pesar de haber conseguido la despenalización de su preferencia sexual –lo cual es un derecho elemental en cualquier parte del mundo- todavía son víctimas de una especie de fundamentalismo, no sólo de las fuerzas policiales que les agreden ilegalmente cada vez que pueden, sino también de sus patronos, de sus compañeros de trabajo y estudio y hasta de sus familiares, gentes todas que no comprenden el derecho de cada quien a vivir como desee. Finalmente reclamo por las víctimas del secuestro, hecho criminal repudiable, sea cual sea su finalidad, porque viola el derecho a la libertad de todo ser humano, ocasiona inconmensurable sufrimiento al secuestrado y a sus familiares y pone en peligro la vida misma de la víctima. (O)