La motivación

Édgar Plaza Alvarado

Sólo una promesa cumplió Adolfo Hitler, el Canciller alemán, a su país. El que en 10 años no reconocerían a Alemania. Tenía razón, a finales de la Segunda Guerra Mundial las ciudades estaban en escombros. Al comenzar, en 1939, con las conquistas incesantes, tenía la aprobación de todos y ciertos oficiales del ejército decían de él que su nombre es guerra, pero luego, con las constantes derrotas, sobre todo en el Frente Oriental donde la URSS había obligado a sus fuerzas a retroceder, la opinión cambió. El descontento generalizó a lo que había que añadir un factor que incidió totalmente en la conciencia del mando. Altos oficiales empezaron a conocer de las atrocidades que llevaba a cabo parte de la oficialidad y los ultra fanáticos de las SS, los miembros locos de Hitler. Sabían que éstos mataban con crueldad, en los territorios ocupados, a los judíos, sin importarles edad o sexo, algo que reprochaba su conciencia. Los asesinatos en masa de los prisioneros de guerra rusos y el trato inhumano a los civiles en ese lado de la guerra. Arrojaban al aire a los niños de poca edad y hacían tiro al blanco con ellos, a ver quién acierta; por los disparos o la caída, la muerte indignamente cruel llegaba.

Con el paso de los días Alemania empeoraba más, ante la desesperación del Ejército que no acertaba a tomar acción categórica. Un conjunto de oficiales de alto grado coligados con la resistencia civil que nunca dejó de actuar contra el tirano alemán, decidió actuar. Había 3 opciones factibles y urgentes. Llamarle la atención a Hitler para que varíe su intransigente equivocada opción de guerra, tomarlo prisionero para someterlo a un juicio o actuar por la violencia, elección que finalmente prosperó. Para culminarla fue elegido el Crnl. Claus Philipp Maria Schenk, conde de Stauffenberg, de 37 años, un héroe condecorado, mutilado de guerra al que le faltaba el ojo izquierdo, la mano derecha y 2 dedos en la izquierda y el cuerpo lleno de metralla, Físicamente muy disminuido, moralmente no y le sobraba decisión. (O)