En bandeja de plata

Bridget Gibbs Andrade

A lo largo de la historia han sido muchos los casos de corrupción que han aquejado a nuestro país. En su tiempo, Simón Bolívar declaró que la única manera para cortarla de raíz es ajusticiando a los malhechores. Por su lado, Montalvo dijo que reprobaba la apropiación ilegal de los fondos públicos, pues no es más que un atraco al bolsillo de los trabajadores y del pueblo en general. Sin embargo, nunca antes la delincuencia y el delito campeaban a sus anchas como en la actualidad. Alimentados por las garras del narcotráfico y del crimen organizado, han proliferado en los estamentos militares, judiciales y del gobierno. Si hacemos memoria, en el siglo pasado, no mucho tiempo atrás, el pueblo al sentirse perjudicado y engañado por gobernantes corruptos, no dudaba en calentar las calles con marchas masivas para expulsarlos. Y lo lograba.

Pero hoy, el quemeimportismo mantiene tibio e indolente al país que varias veces alzó su voz rebelde en contra del latrocinio y de la impunidad. Actualmente, vegeta bajo un marasmo de conformismo, observando con apatía a partidos políticos carentes de ideologías, pero con una voracidad por el poder, que sueñan en beneficiarse con los jugosos presupuestos que obtendrían si ganasen las elecciones, empleando sólo una parte de los mismos en ciertas obras, justificando de esa manera que sí trabajan por el pueblo. El saldo restante será oculto tras una cortina de humo de sobreprecios que encubren negociados gigantescos entre funcionarios corruptos y profesionales que prestan sus servicios al Estado, y que desvían, con trapacerías, dinero estatal a billeteras señaladas de antemano que se enriquecerán ilícitamente.

Por otro lado, aplaudo la revocatoria de visa a la cubana que hace tiempo dejó de ser periodista para ser activista política de la RC5, además de ser uña y mugre de algunos impresentables del país. En cuanto al criterio bajo el cual Noboa escogió a su binomio -dicen que fue un de tin marin de do pingue- sigue siendo un misterio. Sin ningún desparpajo, Abad dijo estar dispuesta a eliminar las acciones tomadas por él si lo releva en la presidencia. Es nauseabunda su ambición. En su desesperación por reemplazar temporalmente a Noboa, aceptó el apoyo de un grupillo de políticos “dañados” a cambio de adjudicar el indulto a uno de sus más reputados representantes. Con tal de ocupar el sillón presidencial, ha entregado en bandeja de plata su alma al diablo. Qué digo… al prófugo. En resumidas cuentas, da lo mismo.  (O)