El bochinche en el IESS

Jorge L. Durán F.

Qué descubrimiento el ocurrido en Cuenca. Digno para el almanaque Bristol.

Qué bochinche el armado cuando se acaba de descubrir que una mujer, dirigente sindical cuya designación no tiene fecha de caducidad, habría conseguido cargos para hijos, sobrinos y demás parentela en el hospital del IESS, donde en vez de operar la pierna izquierda de una niña le abren la derecha; meten el bisturí en el estómago de otra y se topan con que no hay tumor alguno; donde, como ocurría décadas atrás, se embodegaban en casas arrendadas prótesis para todo, como si todos los afiliados, a lo largo del mismo año de la compra se romperían piernas, brazos, caderas, costillas, cerebro, lengua y esfínteres.

O donde los directores regionales del Instituto decían “in off” que lo primerito que recibían era la “cordial visita” de representantes de las casas farmacéuticas y de los proveedores de insumos, y de otras vainas más.

Sí, como si en la ciudad fuera la primera vez que se descubre el frío, tan horrorizados se han puesto muchos porque la señora que ahora está en boca de todos, habría conseguido semejantes aguinaldos para los de su sangre y los de la sangre de su esposo, aunque, dice ella, sin hacer roña.

Olvidan que eso mismo ha pasado siempre. No solamente en el IESS, si bien es uno de los principales botines políticos y sindicales que, en la práctica, son gemelos. Acceden para chuparle la médula presupuestaria, mandan y comandan, negocian y renegocian, y tapan todo. 

Que lancen la primera piedra aquellos que digan que no ha pasado lo mismo en las universidades, públicas o privadas, en las cuales los apellidos de prosapia no consiguieron reinados y virreinados para los de su linaje.

Igual procedan aquellos que, aun espulgándose el alma, digan que no ha ocurrido igual tufo en la administración de justicia, desde los tremendos jueces hasta los amanuenses a favor de los derivados de sus ADN; o en otros entes públicos, donde no hay laborando suegro sin yernos; tío sin sobrinos; abuelo sin nietos; primo sin primas ni primitas.

Ya se sabe. Si no hay padrino no se bautiza la guagua. Si accedes a un cargo público “agarra lo que puedas” para todos tus herederos, que quien no chupa habiendo como, se pasa de pendejo.

Sólo que “pobre señora” la aludida. No hay diablo que no se duerma, ni asambleístas que, cual comisarios de segunda y buscando ser “queribles”, la lleven al cadalso aun sin tener competencia sobre ella, hasta para que responda, dizque, por tener ni si cuantos predios, y de haber manchado “el inmaculado” ejercicio público en la ciudad donde “todo parece ser color de nieve”. Como si no se supiera…  (O)