Movilidad y descontaminación

Los proyectos encaminados a controlar la emisión de gases como consecuencia del alto tráfico vehicular son bienvenidos.

Desde hacía varios años, las diversas administraciones municipales de Cuenca han venido trabajando en ese sentido.

Por ventaja, es uno de los pocos proyectos a los cuales se le ha dado continuidad, independientemente de quien sea el alcalde de turno. En buena hora.

El tranvía, la implementación de buses modernos para el servicio urbano de transporte y la construcción de ciclovías, son parte de los programas de movilidad cuyo fin, entre otros, es reducir los impactos ambientales.

La actual administración prevé cuatro programas: ciclovías, electromovilidad, bicipública y calles completas. Son parte del gran proyecto llamado “Centro Histórico bajo en emisiones”.

Para el efecto, se cuenta con financiamiento internacional por 25 millones de euros, agilizado con el apoyo del Gobierno Nacional, más la contraparte local por 5 millones y medio. Del monto global, 10 millones no son reembolsables. Un alivio.

En ese marco, la Municipalidad prevé para el 2025 construir 20 kilómetros de ciclovías, cuyo proceso a nivel de consultoría está en marcha; también para los otros componentes del programa.

Sin duda y por la experiencia acumulada, urgen campañas masivas para impulsar el uso de la bicicleta, abarrotada con más de 100 mil vehículos circulando por sus calles y avenidas.

No es para desanimar, pero las actuales ciclovías son subutilizadas. Muy pocos las usan para trasladarse a los lugares de trabajo, a colegios y universidades o para otros fines. Eso debería ser lo ideal, como también lo es prescindir del uso de vehículos particulares, si bien hay otros aspectos para tomar en cuenta, como garantizar la seguridad.

Todo cuanto se planifique y ejecute para mejorar la movilidad y, por consiguiente, controlar la emisión de gases contaminantes, es plausible.

Las llamadas “ciudades intermedias” como Cuenca apuntan a tales objetivos.