Abuela, título bien ganado y llevado con orgullo durante tu vida adulta. Supiste demostrarnos todo lo que significa ese término para que, a través de tus enseñanzas, nosotros mañana lo repliquemos en quienes nos tomarán la posta.
Desde siempre tomaste la mano de hermanos, hijos, nietos y bisnietos, y nos acompañaste en todas esas aventuras que en los últimos años de tu vida rememorabas con una sonrisa natural, pura y dulce, acompañada del brillo en tus ojos por la nostalgia de los días pasados.
Hoy, te uniste al todo y formas parte de esa energía infinita gestada desde el origen de los tiempos. Tu cuerpo volvió a la naturaleza, a fundirse con el polvo, pero tu recuerdo vivirá en todos quienes gozamos de tu presencia, convirtiéndote así en un ser inmortal. Sabremos transmitir a las próximas generaciones tus enseñanzas y fortalezas, tan nobles y únicas en tu ser.
Haber coincidido en este mundo, entre los millones y millones de personas que han existido, existen y existirán sobre el planeta, no es una mera casualidad; es porque siempre debiste ser mi abuela.
Te recibo desde hoy en un abrazo infinito y me quedo con ello. Ten la certeza de que tus ejemplos han caído en terreno fértil y siempre sabremos llevar por lo alto y festejar tu presencia y existencia en este plano terrenal.
Hasta que el universo conspire nuevamente y nos volvamos a abrazar. (O)