La Eurocopa y la copa América de fútbol, constituyen eventos deportivos que periódicamente concitan la atención de cientos de millones de seres humanos en todo nuestro convulsionado planeta; los mismos que nos permiten modificar de alguna manera nuestra rutina diaria, haciéndonos olvidar durante algunos días, preocupaciones y problemas inherentes a nuestra existencia.
Lo más sorprendente que hay en el ser humano es su ideal de trabajo, y la cantidad de esfuerzo para laborar que se impone a sí mismo, o que le impone la sociedad, lo que muchas veces le impide valorar la importancia que tiene la holganza en la salud física y mental.
Si observamos con detenimiento, podemos darnos cuenta que toda la naturaleza se dedica a la holganza, y sólo el hombre trabaja por su sustento. Trabaja porque debe hacerlo, porque con el progreso de la civilización, la vida se ha hecho más compleja, con deberes, obligaciones, no nacidas de la naturaleza, sino de la sociedad humana.
Mientras estoy aquí sentado en el escritorio escribiendo este artículo, un gorrión vuela en torno a mi jardín, frente a mi ventana, sin preocuparse por lo que va a tener para alimentarse.
Pienso que, si una bestia de la selva estuviera suelta en la ciudad y tuviera cierta capacidad de comprender el significado de la atareada vida de los seres humanos, sentiría mucho escepticismo y asombro acerca de esta sociedad humana.
La humanidad tiene sus ventajas, bien lo sé: los placeres del conocimiento, los deleites de la conversación y las alegrías de la imaginación. Pero el hecho esencial de la vida humana se ha complicado en demasía, y el asunto de, obtener los alimentos y acumular bienes materiales como sea, ocupa más del noventa por ciento de nuestras actividades humanas.
Considero que nos hemos civilizado en exceso, que hemos llegado a un punto, en que obtener la comida se ha vuelto tan penoso, que hemos perdido el apetito en los procesos de conseguirla.
Lo que la humanidad necesita además del sustento diario que es básico, es un poco de sana diversión que evite en algo la monotonía de la vida, porque si no tenemos momentos de holganza, entonces tendremos más colitis, apendicitis, dispepsias, más cerebros ablandados, enfermedades cardiovasculares, y en general más enfermedades costosas.
El mismo grado de desarrollo tecnológico al que hemos llegado, nos llevará a acercarnos a la edad de la holganza, y el ser humano se verá obligado a jugar más y a trabajar menos, siempre y cuando sus necesidades básicas estén satisfechas.
Para poder disfrutar del verdadero buen vivir, debemos comenzar a gozar de la belleza de nuestra vida interior, pero en el mundo materializado en el que vivimos inmersos, nos hace falta un frente espiritual. (O)