Bueno, luego de valer carpeta en la Copa Libertadores regresamos a la cruda realidad. Esta vez vamos a darle una miradita a una de las poblaciones más calientes del país. Y no, no se trata de Durán o de algún barrio criminal de Guayaquil. Se trata de un cantón que está aquicito no más. Sí, nos referimos a Camilo Ponce Enríquez.
Todos sabemos que en esa partecita del país hay muchas irregularidades. ¿Cómo entender que en un bingo se sorteaban carros del año, electrodomésticos o lingotes de oro? Sí, de esos que encuentran los chapas en casas peluconas en Samborondón. Tampoco cachamos cómo el exalcalde de la Ponce Enríquez casi termina como cernidor cuando unos sujetos armados le cayeron a plomazos. Por suerte, el sujeto se escabulló y logró ponerse a salvo.
No sé mucho de investigación de bandas criminales, pero entendemos que el oro es una especie de moneda que sirve para financiar al crimen organizado. Por ejemplo, cuando cae algún miembro de esas bandas, le hacen llegar un lingote al juez corrupto e inmediatamente se emite la orden de liberación. Es que el oro no se puede bancarizar. Por eso es usado para el cambalache, porque no se andar con mucha plata en el bolsillo y dar papaya a los sacapintas.
Los millones de dólares que producen las concesiones mineras, por la venta del oro, han hecho de esta población una de las más peligrosas. Allá operan bandas delictivas que tienen en zozobra a la población. Por eso no es de extrañarse que haya enfrentamientos a bala. Ya es común escuchar que los grupos armados se van apropiando de las minas o vacunan a las otras empresas restantes. Hay que sacar billete para financiar las operaciones de los terroristas.
Parece que estamos romantizando los asesinatos, pero ya no asombra ver imágenes de cabezas humanas botadas en medio de una calle o cuerpos colgados en puentes. Eso es un mensaje claro de que los grupos armados tienen mucho poder. Que en caso de quererlos combatir, se libra una cruenta guerra. Y usted sabe, las bandas tienen mejor armamento que nuestros chapitas, que andan en patrulleros destartalados. Ellos, en cambio, cargan horrendos fusiles, andan en lujosos todoterrenos blindados, avionetas y acompañados de excéntricas señoritas. (O)