Es impredecible intuir siquiera el futuro, sobre todo el efecto, de las protestas contra el Gobierno, siempre y cuando vayan a continuar, como anunciaron dirigentes del Frente Unitario de Trabajadores (FUT) y de otras organizaciones sociales, ligadas entre sí hasta políticamente.
La efectuada la semana anterior no llenó las expectativas generadas por los movilizados para exigir la derogatoria del decreto ejecutivo con el cual se eliminó el subsidio a las gasolinas Extra y Ecopaís, las de mayor consumo en el Ecuador.
La no participación de la Conaie, sin duda fue determinante. Sus líderes se muestran dubitativos, máxime si su presidente pretende candidatizarse a la presidencia de la república; y dirigir un eventual levantamiento como hace dos años no le vendrá nada bien, sabiendo el alto nivel de rechazo de la población mestiza a este tipo de medida extrema y violenta.
Haber, por parte del Gobierno, llegado a un acuerdo con los transportistas, para entregarles compensaciones mensuales, también resultó estratégico.
Quienes impulsaron la protesta, según han expresado, no bajarán los brazos. Al contrario, persistirán, para cuyo efecto no se cansan de convocar a “todas las fuerzas populares” para imponerse al Gobierno.
El resto de la población no parece embarcarse en esa honda. Se muestra de algún modo apática. Igual ocurre con los sectores de la oposición política. No han dicho casi nada respecto de la eliminación del subsidio. Saben, en el fondo, cuan necesaria era, y, al fin y al cabo, el costo político se lo carga el Presidente Daniel Noboa. Los candidatos a sucederle, ¿plantearán en campaña retomar la subvención a las gasolinas a fin de ganar votos, y hasta de eliminar el alza del IVA?
Como advierten varios analistas, si finalmente las protestas se diluyen, tampoco implica desentenderse de las necesidades colectivas o vanagloriarse porque, en apariencia, todo va bien.