Y así, sin más, un día subió el IVA, alguien quiso levantar la voz y en coro le pedimos que nos deje trabajar, que no estamos para protestas, que no podemos perder tiempo, lentamente la voz se fue apagando…
La misma voz sonó timorata, lejana, expectante, como probando si hay eco o censura cuando se levantaron los subsidios a la gasolina; sin eco, con la censura lista, la voz que no llegó a prenderse, pero consciente de que no puede apagarse decidió alejarse, esconderse…
La voz que, otrora, sonó altiva y soberana, la voz que hizo temblar los cimientos de la patria, la voz que prendió las calles y empuño la pluma de la historia para escribir, con la letra del pueblo sobre las torcidas líneas de una democracia enferma, esa voz que hasta hace poco retumbaba en cada estrofa del himno que cantamos los que nos la creímos, esa voz no suena, suena lejos, o suena con miedo, soledad y abandono.
Esa voz, la voz que fue canto coral de movilización, lucha y resistencia ya no convoca, no moviliza, no lucha; esa voz esta quebrada por el populismo y la demagogia de la larga noche en que se deshilo el tejido social.
Divididos, con los imaginarios destruidos, sin tejido social; somos presa de la voraz embestida del neoliberalismo que realfombra la sala; es tiempo de levantar la voz, recogerla, zurcirla, hacerla escuchar…
Es tiempo de reconocernos en la identidad de la cultura y la historia sobre las que pretendemos proyectar el futuro que se construye con el cotidiano esfuerzo de todos, de cada uno; pero ello demanda de un ejercicio de reencuentro, reconocimiento y valoración; reencuentro para reconocer que no somos “tan” diferentes y que es más lo que nos une; así como valoración; si, valoración, valoración no solo de las diferencias; valoración de las expectativas, de los anhelos, de las necesidades; valoración de los credos, las costumbres; valoración de las opciones de decisiones; no basta con tolerar o respetar; hoy más que nunca debemos aprender a valorar, integrar y compartir.
El futuro es nuestro, claro, por supuesto, inevitablemente hacia caminamos mientras estemos en este plano de existencia; la pregunta es ¿qué futuro? Y la respuesta está en la actitud que asumamos frente a la voz, esa voz que nos invita, reta y convoca a vivir; sí a vivir, pero a vivir de pie… (O)