Sí, él fue el primero
Ya su vida, de por sí, parecería el fruto de una fértil imaginación: un personaje que conoció personalmente a Napoleón Bonaparte, sirvió en la fastuosa corte imperial de Catalina la Grande como coronel de Coraceros de San Petersburgo; mandó un escuadrón a las órdenes del Káiser Federico de Prusia, luchó en África durante la toma de Melilla y terminó en el Caribe como capitán del Ejército Español durante la expedición de Luisiana.
Pero no, no es un personaje inventado, sino un hombre de carne de hueso. Un verdadero gigante de la historia que se cuenta entre la altísima élite de revolucionarios, sino el único, que formó parte de las tres grandes revoluciones. Primero, la independencia de los Estados Unidos, junto a Washington y Lafayette tanto en el campo de batalla como en el diseño del federalismo; en la Revolución Francesa, con el título de Héroe de la Revolución y Mariscal de Francia; y finalmente como padre intelectual y precursor de la independencia de América Latina.
Es su firma la que suscribe la Declaración de Independencia de Venezuela, de la que fue su primer presidente. Fue él quien imaginó primero el gran imperio independiente que va del Misisipi a la Tierra de Fuego; fue él quien concibió el nombre de Colombia y el estandarte tricolor. Francisco de Miranda, pluma, espada y estandarte del gran sueño americano.
Sin embargo, todo honor no basta frente al fanatismo. La innumerable cantidad de libros que poseía, una vastísima cultura por la que solía decir: “…Yo amo la belleza, pero definitivamente soy un esclavo de la inteligencia” y su condición de masón, le granjearían la enemistad de Santa Inquisición y una absurda acusación sumaria por tenencia de libros prohibidos y afiliación a grupos heréticos, lo que sumando a la traición le llevaría, primero, al calabozo y finalmente provocará su paso al oriente eterno, un 14 de julio, como recordamos este domingo.
En Venezuela, todavía existe un mausoleo que espera con las puertas parcialmente abiertas, en espera del regreso del héroe y junto a él, el regreso del honor y la razón entre los líderes de esta América irredenta. Espera, todavía espera… (O)