¿Será?
Hace unos días escuché la frase «Si no puedes decidir, la respuesta es no» y tal parece que cuando somos incapaces de tomar una decisión, lo mejor es abstenerse. La teoría de la decisión óptima sugiere que, en muchos casos, las mejores decisiones son aquellas que se toman rápidamente y con confianza, algo que no siempre sucede, pero que se corrobora por autores como Gerd Gigerenzer, quien en su libro «Gut Feelings: The Intelligence of the Unconscious» (2008), defiende que la intuición puede ser una guía fiable en la toma de decisiones, según Gigerenzer, si una opción no resuena positivamente de manera casi inmediata, es probable que no sea la mejor elección.
Malcolm Gladwell menciona algo parecido al hablar sobre la inteligencia intuitiva en su libro “Blink: The Power of Thinking Without Thinking” (2005). Gladwell afirma que muchas decisiones importantes tomamos en un “parpadeo”, basados en un proceso cerebral inconsciente que encuentra patrones en experiencias pasadas y nos ayuda a tomar decisiones rápidas.
Entonces, esa indecisión o dificultad para tomar una decisión puede en realidad ser una respuesta en sí misma, un indicio de que algo no está bien, o de que no estamos listos para tomar una decisión, algo así como una señal de alerta de que ninguna de las opciones es ideal.
De esta manera, si dudamos sobre continuar o no en una relación, la indecisión constante puede ser una señal de que, en el fondo, no es la relación correcta; de igual manera, si dudamos sobre aceptar o no una oferta laboral, esa vacilación podría ser una señal de que el puesto no se ajusta a nuestros objetivos y valores.
La indecisión puede ser una señal de que es preferible dejar pasar esa opción y esperar una oportunidad que nos parezca más adecuada. (O)
@ceciliaugalde