Serenidad y no indiferencia

En mi paso por la academia solía decir a los alumnos que, de los mensajes vertidos en la prensa el de mayor aproximación con la educación es el género de opinión, porque educación y opinión son transmisores de experiencias y culturas. Sustancia de la opinión debe ser la crítica que examina los fundamentos de nuestras convicciones y creencias, a la vez que elimina ciertas incertidumbres, orienta y reorienta nuestros conceptos sobre la vida en sus variantes de la verdad, realidad, ideología, política religión, arte, belleza, justicia, humanismo…

Con lo brevemente anotado, aspiro esta vez encontrar con mis contertulios una alternativa entre el desenfreno que apedrea con palabras al facineroso u opositor y la cobardía de quien se coloca siempre de lado o neutral en la dialéctica que diariamente tejen las noticias. Debemos estar ciertos de la polisemia de todo acontecimiento, idea o sentimiento y colegir que la realidad es irreproducible y la objetividad, un mito; consecuentemente, todo es subjetivo.

Ahora bien, para mis contertulios sugerirles que retomen la actitud del estoicismo, uno de cuyos fundamentos es saber reconocer lo que podemos y no podemos dominar o cambiar. En realidad, no se centra en suprimir u ocultar las emociones, sino más bien en reconocer las propias emociones, reflexionar sobre las que las provocan y restringirlas para nuestro propio bien. Y no es una filosofía de viejos o de inválidos, es de todos por la impotencia.

No se aconseja la resignación ni siquiera cuando el facultativo lo desahucia, lo que se desea es un acercamiento al estoicismo que, por cierto, tampoco es una filosofía pasiva o de resignación, pues la resignación va en contra de los que proponían este modo de viva, más bien inspiraban a que se planteen OBJETIVOS INTERNOS en los que se puede tener control y los OBJETIVOS EXTERNOS, sobre los que se puede influir, pero no controlar.  

Ante los acontecimientos que vivimos cabe la serenidad, jamás la indiferencia. Serenidad para mantener la calma ante tanta ignominia, buscando contribuir en lo que está al alcance, pero de ningún modo siendo indiferentes, sin falta de interés y de participación en lo que se puede cambiar.  Por todos los medios evitemos el dolor y experimentemos la alegría, pero no cuando se ponga en peligro nuestra integridad o la de los demás. Es preferible sufrir la adversidad y el dolor de manera honorable, que buscar la felicidad y la alegría de una forma vergonzosa. 

¡Serenidad, sí; ¡indiferencia, no! (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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