Sí juro
Lo recuerdo de forma nítida, como si la escena estuviera aún ante mis ojos. Habré tenido algo más de diecisiete años aquella mañana de viento frío, niebla y garúa en el Portete de Tarqui. El tricolor nacional. El clarín rompiendo el silencio del páramo, conmovedor. La rodilla en tierra por aquella única vez, la mano asiendo la bandera y la frase inexorable: sí juro.
Y seguramente, a más de uno la remembranza le resultará cursi (y eso me preocupa), en estos días grises donde los símbolos patrios se disuelven en el incoloro fluido de la globalización; pero para mí fue importante. Y no sé decir si habré cumplido a cabalidad aquel juramento, ni pretendo dármelas de prócer o patriota. Solamente digo, así sencillamente, que para mí fue importante, solo eso.
Porque un juramento es una promesa, un compromiso personal que se hacer por honor y lleva por testigo, según cada quien, a Dios o la Patria. Y es por eso que, más allá de creer que no hay perdón para quienes dicen “un saludo a la bandera” en referencia un gesto desprovisto de valor; francamente me preocupa el que a las nuevas generaciones este tipo de cosas les parezca anticuado o chauvinista, mientras se levanta ante nosotros una pregunta atroz: ¿Qué significa ser ecuatoriano? Y entonces allí, justo en medio del vacío y el silencio, se incuba esta desidia, esta apatía por la que defendemos nuestro metro cuadrado y nos excluimos de nuestro pueblo.
Y, sin embargo, la desidia no anula el destino ni oculta la realidad: Ecuador existe, para bien o para mal, sigue allí, ante nuestros ojos, en presente. El interminable mosaico de culturas y ancestros, el obrero que encarna la industria, el muchacho leyendo a las puertas de la universidad, el campesino lanzando semillas al viento. Y también, por supuesto, nuestros grandes desafíos, la corrupción, la impunidad y este complejo de inferioridad que nos hace buscarnos en otras culturas. Sí, todo esto y mucho más lo compone este pequeño país con olor a tierra mojada, que hace tantos años juré defender. O debería decir juramos, juntos, todos… (O)