La suerte del diablo

Santiago León

Si usted creía que la política ya no le sorprendería más, pues se equivoca. La Asamblea Nacional decidió no censurar políticamente a don Wilman y doña Maribel, quienes están en la cana por presuntamente ser parte de una red de delincuencia organizada. Una trama del manejo de la justicia ecuatoriana que la Fiscalía General del Estado bautizó como Metástasis.

En fin. Vamos a hacer un resumen sencillito, en lenguaje del pueblo. Al inefable Wilman le llaman “Diablo”. ¿Por qué será? No estoy muy seguro, pero por algo debe de ser ya que en su intervención en el legislativo hablaba balbuceando y con los ojos en blanco. Sigamos. A este individuo, que sacaron de su casa ultra lujosa, con carros de alta gama y donde hallaron fajos de billetes, dicen las malas lenguas que ha sabido impartir justicia a su antojo. Las sentencias se elaboraban a medida de las chequeras.

¿Cómo a su antojo? Pues si un sujeto vinculado con el narco era detenido, se hacía una llamadita, se fallaba a favor del pillo y salía en libertad. Claro, de por medio había unos billetitos que circulaban de oficina en oficina en las cortes. Dicen también los chismes que estaba a punto de llevar a cabo un recurso de revisión para anular la sentencia del Loco del Ático, para que pueda regresar al país campantemente.

Muchos comentan que “Diablo” era el brazo operador de la justicia de la Revolución Ciudadana. No tengo dudas, pero tampoco certezas. Sin embargo, algo huele raro. A pesar de todas las pruebas halladas en este caso, la bancada de los corazones ardientes se abstuvo de censurarlo políticamente. Es decir, si algún día pasa toda esta novela narco jurídica, este personaje puede regresar a ocupar un cargo político, como si nada. Sí, así no más se burlan de la justicia.

Este peculiar señor es para un estudio de caso legal. Como sabe de diabluras, en todas las audiencias recurre a instancias para diferirlas e impedir su juzgamiento. Capaz lo que busca es que caduque la prisión preventiva. Con esas mañas regresaría a casa como si nada. Asimismo, con alguna astucia tratará de retomar su puesto al frente del Consejo de la Judicatura y cobrar los sueldos que dejó de percibir por estar de vacaciones en el tarro.

Yo no soy nadie para juzgar, es más, ni entiendo de los casos penales. Pero me queda claro que el grupito de las mentes lúcidas protegió al diablillo. No importa cuántas pruebas evidentes haya en su contra, siempre habrá estas desgracias de asambleístas que encubren a los pillos. Bueno, como conclusión, así es como se legisla y se defiende a los peces gordos de la corruptela. (O)