Conciencia y  personalidad de los animales

Edgar Pesántez Torres

Las ideologías siempre tuvieron un papel predecible en la política, con ideas de sus líderes que expresaban en una plataforma programática: mientras los de izquierda propugnan el cambio político y social, los de derecha se oponía y defendían órdenes sociales y jerarquías, apoyados sobre la naturaleza humana, el derecho natural y la tradición. Pero en política, muchos postulados se han mutado y hasta se han intercambiado, ¡nada más! Basta advertir sus cosmovisiones sobre el hombre y el animal, a través del tiempo.

Si antes la izquierda renegaba la inteligencia de los animales y su personalidad, sus oponentes mantenían prudencia y hasta lo patrocinaban; ahora, la cosa se ha transmutado, pues, aquéllos los defienden a ultranza, adjudicándoles inclusive conciencia y personalidad. El Parlamento español, a través de los socialistas y defensores de la “ideología de género”, despenalizan el asesinato intra útero y penalizan la del animal. En Chile, los de esta tendencia en la Cama de Diputados, defienden a los animales, aduciendo que son conscientes y tienen personalidad. En Colombia, hace rato se legisló prohibiendo la pesca deportiva, alegando que los animales acuáticos son pensantes y sufren estrés.   

En el Ecuador se debate un Proyecto de Ley a favor de los animales, entre ellos, el de los peces. Se aboga por la prohibición de la pesca artesanal, porque ésta les causa tención, mientras para la industrial se prohíba la muerte por asfixia: si para alimentar al hombre, que se lo haga sin sufrimiento, obligando a los faenadores a que trabajen con especialistas en salud mental para evitar el aturdimiento y la ansiedad, o que previamente apliquen un anestésico, es decir, una eutanasia. Lo que les faltó proponer a los necios es que exija contar con tanatólogos.  

Causa horror saber que hay individuos en la Asamblea, bípedos que desde sus poltronas causan problemas y desajustes a la sociedad: frustrados que frustran a la vez. En las próximas elecciones a estos individuos hay que sustituirlos por personas que posean suficiente inteligencia, pensamiento y emociones.  No se llegue a ala triste sentencia del actor austriaco Joseph Egger, para quien resultaba triste que el hombre cuerdo le deba demostrar su valía a idiotas y aún más triste, que deba vivir de acuerdo con leyes hechas por idiotas y para idiotas.

¡En las próximas elecciones vengan legisladores que hagan leyes para los estúpidos, por ejemplo, retirándoles la credencial de ciudadanos y confinándoles en un hospicio hasta su restablecimiento de salud mental!   (O)