La razón critica como sistema de investigación social nos hace ver el mundo de la realidad para transformarla o que desvirtuada sirve para mantener el estatus quo de las conveniencias ilegítimas, acumuladas por las crisis recurrentes de las sociedades que sufren el círculo vicioso de la corrupción y el sofisma demagógico, pero que disfrazan tales situaciones con paraísos ilusorios, dominando por siglos en una historia de infamia, cuando más bien deben ser las realizaciones coherentes de indudable aporte cívico las que aporten con las necesarias soluciones que solamente puede acreditar la honradez institucional.
En estos días constatamos los desacuerdos que sectores políticos o gremiales expresan contra las decisiones tributarias dispuestas por el gobierno del Ecuador que eleva el IVA al 15%, en comparación con el caso puntualizado el gobierno del presidente Lula ha subido el IVA al 27, 1% luego de consumir el superávit que dejó el anterior gobierno. Es el IVA más alto del mundo. Una paradoja que se asume pese a sus postulados populistas en contradicción hiriente para con sus coidearios de Venezuela, Nicaragua, Cuba entre otros gobiernos y los movimientos políticos signatarios del socialismo del siglo XXI.
Ahora bien, lo que interesa es que los valores recaudados por los gobiernos sean eficaz y honestamente invertidos en educación, salud, seguridad social, infraestructura y más servicios fundamentales, tal como se realiza en los países nórdicos, EEUU, Unión Europea, Canadá, Inglaterra que lideran el desarrollo económico y social, que se lograría en nuestra región y país eliminado de raíz la corrupción, el robo y más delitos económicos tan frecuentes en este mundo dominado por las mafias.
Lo puntualizado nos demuestra que la realidad social está llena de procesos contradictorios desde los que obedecen al reiterado fenómeno de la corrupción y también hasta los que ejercen la política como ejecución de principios, valores y normas de incorruptible servicio público. Esa es la cuestión. (O)