Llegará el día
Reproducir frases como ¿Y qué esperas de las autoridades?; ¡Así es la política!; ¡Solo en Ecuador pasa eso! y muchas otras más, es una sujeción mental tan negativamente adictiva que nos desgasta, nos corroe la paz y nos carcome lentamente la esperanza y la expectativa de mejores días.
Basta con comparar el actuar de nuestros maestros de vida, abuelos y padres con el de tantos sujetos con los que coincidimos en la comunidad y en la palestra de lo público; lo privado podría ser de cierto modo autónomo pero lo público es de responsabilidad y apropiación de todos y todas.
Llegará el día en que ya no existan dos bandos claramente delimitados, los unos, con precisa y categórica moral y los otros, quienes disciernen la misma desde su codiciosa admisibilidad. Espero jamás contagiarme de lo segundo porque crie a mis hijos para que decidan conforme mi actuar en lo primero.
Llegará el día en que amanezca en mi pedacito de tierra y el único ruido que escuche en la mañana sea el relinche del primer caballo en el que cabalgaré; llegará el día en el que el único ruido que escuche al llegar la noche sea el ladrido de mi perro para recostarse junto a mi frente a la chimenea; llegará el día en que mi única política será reprochar lo frio de mi café de la tarde. (O)