Branding judicial
La Fiscalía General del Estado emplea el naming y el branding como herramientas persuasivas para instalar un relato que pueda debatir ante la corte de la opinión pública, “en igualdad de condiciones” dijeran algunos, y posicionar sus acusaciones previo a interactuar con el juez.
El “caso Sobornos” fue un ejercicio de persuasión comunicacional, que incluyó informativo diario durante el proceso de juicio. Luego llegó el caso “Encuentro” cuyo logo tiene gráficas que refieren a la marca del gobierno de Lasso. El caso Metástasis y Purga, tienen una línea gráfica similar con tonos rojizos y oscuros similares a tejidos y sangrados, fácilmente asociables con esas enfermedades. Toda esta gráfica, unida a producción audiovisual le agregó melodrama a las confesiones anticipadas, magnificó el efecto sobre la lucha contra la impunidad, a pesar que los dictámenes de jueces no alcanzan ni 12 meses de cárcel a los acusados, ahora agradecidos colaboradores. El reciente escándalo es el caso Triple A. Una asociación con colores, y letras del nombre del alcalde de Guayaquil, relacionado con su partido y su ciudad, por ello el azul, la flama roja y la A. Es evidente la manipulación del signo en la intención de posicionar un relato.
Poco se discute si este rol de branding y naming es lo ético dentro del deber ser de Fiscalía. Una cosa es comunicar, como toda institución pública, la gestión en favor de las víctimas. Otra es manipular, fuera del proceso judicial, los criterios en la corte de la opinión pública. Más todavía cuando el caso está en investigación, ni siquiera se formulan cargos. Pero el logo, el nombre y los colores ya lo hicieron y con ello la justicia ya fue manoseada.
No estuvo bien nombrar al caso “Encuentro”, no estuvo bien brandear los casos Metástasis y Purga; tampoco está bien publicitar con logos, letras y colores, como herramienta distractora al servicio de Carondelet, un caso que está todavía en fase de investigación preliminar. (O)
@avilanieto