Jacqueline Costales y “el oficio de los pájaros”

Aníbal Fernando Bonilla

Una de las voces de actual prestancia en la lírica ecuatoriana, es la de Jacqueline Costales Terán (1964). Oriunda de la ciudad de Riobamba, su trabajo poético trasciende en los círculos literarios. De metódica rigurosidad y labor seria, la poeta viene -sin petulancias- construyendo un estilo particular, en donde la sencillez y el lenguaje diáfano son los mejores elementos compositivos en el engranaje textual.

Afable y generosa, tuvo a bien compartirme su última publicación: Pluma descalza (Casa Cultural Somos Arte-Káustika Ediciones, s/f), antología personal que recoge buena parte de su obra en el período comprendido entre 1984 y 2023.

Sus poemas están íntimamente ligados con la nostalgia, los “recuerdos inútiles”, la luz de luna, y el espejo de las madrugadas de ayer. También con el vacío, el silencio, la conjetura, el dolor, “la soledad / como ventarrón de ceniza”. Ella esboza “el canto inmortal de la alegría”, pese a la rutina y el desvelo “en esta precaria vida / que me cae a pedazos”. Alude a los trozos palpitantes que componen el poema, cuya carga evocadora guarda la memoria. A la par, cavila sobre el sentido poético como experiencia vital que se traduce “sobre esa necia lucecilla / que gime, sonríe, canta / y se llama poesía”. Este ejercicio de dar significado al fenómeno indecible proveniente desde los albores de la mimesis, y al que Jacqueline cuestiona que “¡Ya nadie imita el oficio de los pájaros!”. Por eso no tiene rubor en aseverar que “de la parca no se salvan ni los poetas”, dejando a un lado la falsía inmortalidad.

Asimismo, el amor: rudimento y vuelo extendido, se expone en las páginas de Pluma descalza. Como carne. Como llanto. Como viento. Como temblor de cuerpos andinos y ardientes. Como relámpago. Como fuego y como frío: “Ven, amor, / hasta la cima de mi cuerpo, / sumérgete como la niebla, / al confín del horizonte, / donde mueren el tiempo, / la gracia, la razón”.

En este libro consta la huella de cartografías visitadas, de seres entrañables, de ternura y aplomo femenino, del lar de origen, de la indignación y la denuncia. Jaqueline Costales es una “pluma que se confiesa con los elementos naturales / y mezcla en el papel la leve sustancia de sus días”. (O)