Para este momento, a lo mejor, ya se tienen noticias de los primeros resultados en las elecciones presidenciales venezolanas, llevadas a cabo el día de ayer, En las semanas previas, y por múltiples hechos como, resultados de las encuestas, declaraciones desesperadas de Maduro y sus adláteres, acciones tendientes a bloquear los controles electorales, declaraciones altisonantes y sesgadas de las mismas autoridades electorales, ataques a la prensa independiente, etc, todo llevaba a pensar que la candidatura de la oposición estaba quitando el sueño a más de un dirigente chavista y que se vislumbraba, de manera inequívoca un triunfo de Gonzalez Urrutia, habida cuenta de que, por primera vez, desde que el chavismo se hizo del poder en Venezuela, hace ya cerca de 25 años, la oposición venezolana se presentaba a las elecciones, unida, y con un solo candidato de consenso.
No es fácil anticipar resultados electorales en forma certera, cuando uno de los contendientes, el gobierno en el caso de Venezuela, tiene bajo su absoluto y omnímodo control, la cúpula de las fuerzas armadas, las autoridades electorales, la estructura administrativa del Estado y, claro, mucho dinero, la mayor parte de origen obscuro. Sin embargo, el factor en contra, para Maduro y sus cortesanos, y éste si ya no controlable desde la cúpula chavista, es el descontento creciente de una población con casi siete millones de venezolanos que han tenido que huir del país, con una inflación de características catastróficas y una inseguridad galopante, a más de un autoritarismo inmoral y un manejo pocas veces visto de los poderes del Estado.
Esperemos que Maduro, que ha amenazado con un “baño de sangre” si pierde las elecciones, entienda aquello de que “no hay mal que dure cien años….”, que las autoridades electorales saquen las manos del proceso electoral y que se respeten los resultados reales y transparentes. No le quedan muchas vías a la hermana Venezuela en el futuro inmediato, y en esas vías, confiamos en que ya no esté presente el trasnochado socialismo del “gorilón caribeño”, que tanto dolor y angustia le ha causado al país llanero. (O)