La pregunta de como el poder debe gestionarse responde la mayor cantidad de veces, a la ideología política del gobernante de turno. Con frecuencia la ideología administra el poder, asignando los medios en virtud de los fines. Si bien algunos políticos siguen su ideología de manera estricta, otros acuden al pragmatismo, no siguen una ideología específica para conseguir el fin, el objetivo.
De la misma manera en que la tecnología no tiene ideología, la administración pública es el medio para conseguir el fin último, el bienestar ciudadano. Por tanto, no se trata de derecha o de izquierda. La administración pública debería ser una eficiente combinación entre lo políticamente correcto, lo técnicamente viable y lo legalmente permitido.
Ante los acontecimientos de las últimas semanas sobre el diálogo y trabajo conjunto entre los gobiernos autónomos descentralizados y el gobierno central, celebro cuando las autoridades de elección popular dejan de lado ideologías políticas y unen esfuerzos para cumplir con el pueblo, que finalmente es el mandante. Así lo hizo el prefecto de Manabí Leonardo Orlando y de Guayas Marcela Aguinaga.
Sería muy difícil concebir que los políticos están llamados a dialogar y trabajar entre iguales, dejando de lado que el diálogo entre diversos, debe primar cuando se trata de satisfacer las necesidades y el bien común de los votantes. La gente está primero. (O)