El riesgo de los apagones

Ronda el riesgo de los cortes de energía eléctrica como consecuencia de la falta de lluvias en el Austro donde están cuatro de las centrales hidroeléctricas más importantes después de Cocoa Codo Sinclair, cuyo potencial sigue disminuido por razones por todos conocidas.

En Azuay van más de 23 días sin lluvias de gran intensidad. Los caudales de los ríos lo reflejan. Según técnicos medioambientales, el estiaje pronosticado para septiembre próximo se adelantó, y suele prolongarse hasta noviembre o diciembre.

Los embalses de las hidroeléctricas Mazar, Paute-Molino, Sopladora y San Francisco bajan y bajan. La CENACE aplica un plan para mantenerlos en condiciones óptimas y garantizar la provisión de energía para todo el país.

La disminución de la producción de energía es preocupante: en junio pasado aquellas tres primeras centrales generaban 36,1 %. Ahora está por el 17 %.

El Gobierno, según entendemos, apresura la llegada de la barcaza arrendada para evitar los “apagones” generales, cuyas repercusiones son devastadoras para la economía nacional. Los anteriores registraron miles de millones de pérdidas.

El Ministerio de Energía está alertado. También la ciudadanía, en tanto en cuanto le corresponde racionar el uso de le energía.

La poca producción energética es consecuencia de problemas estructurales no resueltos desde hacía varios años. Es recurrente decirlo, para se debe recalcar y recalcar, comenzando por el caduco marco jurídico y constitucional. Este, por ejemplo, impide la inversión del sector privado; y el público, es decir el Estado, no tiene dinero suficiente para hacerlo.

Para ese fin no se necesita de unos cuantos millones de dólares. Al contrario, de cientos de miles de millones, tomando en cuenta, además, el pésimo estado de las redes de distribución.

Pero, por lo pronto, urge el funcionamiento de la barcaza. Ojalá los “no a todo” y los “denunciólogos” no encuentren algún pretexto para impedírselo, incluso en busca de réditos políticos.