Derrumbe del dictador

Edgar Pesántez Torres

La historia da cuenta que la idiosincrasia americana se ha caracterizado por una inestabilidad emocional, lo que se evidencia con la política ondulante y periódica en los sistemas de gobierno. Tal aseveración quizá se fundamenta en el hecho de que los países centro y suramericanos han transitado por alternabilidades entre periodos dictatoriales de militares o populistas con perfiles tiránicos y demócratas de derechas e izquierdas, apegados al derecho y a la libre decisión de las mayorías,

Esto se fundamenta en la praxis entre gobiernos de elección popular y déspotas esperpénticos, quienes, una vez en el poder, cretinizaron a las masas y sin sujeción a la ley abusaron del poder para crear otros poderes y ser blindarlos por éstos a perpetuidad. Se adueñaron del Tribunal Electoral y pusieron de dirigentes a trúhanes, ladrones y tontos para que distorsionen la elección del ingenuo pueblo y les dieran el triunfo. Pruebas al canto: el patético Amoroso entregó las credenciales a Maduro, sin siquiera se termine el conteo, cuyo ganador fue Edmundo González Urrutia, con más de 70%.

Asistimos al derrumbe de uno de los más feroces dictadores e ignorantes de los últimos siglos, Nicolás Maduro Moros, quien, más pronto que tarde seguirá la misma suerte de Gadafi, Hussein, Noriega, Pinochet, Videla, Fujimori… como también de otros miserables que andan huidos, cuyas vidas correrán peligro en la cárcel o fuera de ella, más si retornan a sus querencias. Jesús dijo: «Vuelve a poner tu espada en su sitio, porque todos los que toman la espada perecerán a espada”

Heredero de un similar dictador, pero de profunda diferencia intelectual, el chófer Maduro Moros ha ejercido el mando desde el 2013 y hoy, con las más escandalosas elecciones de todos los tiempos, quiere seguir de dictador, revirtiendo su apabullante derrota con el beneplácito de Cabello, Rodríguez, Padrino, Saabs, Amoroso, Aissamis y una docena más de facinerosos.  En una de las versiones del Apocalipsis se habla de la Gran Ramera que “fornica con los reyes de la tierra” y “embriaga a las gentes con el vino de su inmoralidad”.  

Hay una jácara de los dobles que se escudan en el slogan de la libre determinación de los pueblos, sin injerencia externa. ¡Así debe ser!, pero cuando en ese pueblo sea libre y soberano. Venezuela no cae en este principio, por eso que la comunidad internacional debe rebelarse. ¿Es posible esta reacción? Posible lo es. ¿Es probable? Siento decepcionar. Sólo la sangre del pueblo liberará al pueblo.  (O)