Veinte años es un número que cobija a través del tiempo la calidad y calidez de un servicio destinado hacia mujeres, sus hijos e hijas, víctimas de la violencia machista que ha irrumpido varios derechos adquiridos por el hecho de ser personas y; en esta concreción, por el hecho de ser mujeres.
La ciudadanía a través del ejercicio en diversos roles, unos afincados al servicio público, otros al activismo y otros más a la cooperación nacional e internacional, altruista en el marco de los asuntos de género, hemos sido fieles testigos de lo bien que se puede hacer cuando hay amor, vocación y perseverancia.
Las manos de quienes hacen la Fundación Maria Amor, son manos que cosen corazones rotos y zurcen pieles lastimadas; son manos que forjan a valientes protagonistas que escriben un antes y un después y son manos que devuelven sonrisas ¡Cómo no recordar aquellas fiestas de la luna, cuando cada niña, niño o adolescente brilla con luz propia! Eso y más es María Amor.
Ser parte de esos veinte años con historias de vida, articulación, exigibilidad, respuesta oportuna y demás categóricas formas de sensibilización e intervención, es sentirse orgullosa de lo que hoy constituye un referente en servicios de acogimiento institucional y otros, fruto de los proyectos de vida de quienes hoy ya no tienen miedo.
En Casa María Amor, las manos hacen magia y su gente cambia vidas. (O)